Page 26 - Revista Yucatán Enero 2020
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ENERO
La música ya no es como antes... ahora es
   Lil Nas X
PorJIván Flores*
usto en el último año de la
década, la frase “Ok Boo- mer” le dio la vuelta al mun- do con millones de memes
burlándose de la desconexión y des- aprobación que la generación nacida entre las décadas de los 40’s y 60’s parece tener con la cultura de las siguientes generaciones, especial- mente la de los “millennials” y “zoo- mers”. Este fenómeno resulta más interesante al recordar que, duran- te su juventud, los “boomers” crea- ron un movimiento contracultural en respuesta a la situación sociopolítica que la Segunda Guerra Mundial dejó en manos de sus padres.
La música y el cine siempre han sido el vehículo principal para mani- festar este cambio de paradigma cul- tural a través de la historia, cambio que invariablemente se ha sometido a fuertes críticas e intentos de inva- lidación por parte del status quo. La década de los 2010’s no es la excep- ción. ¿Cuántas veces no hemos escu- chado la infame frase “La música ya no es tan buena como antes” siendo exclamada por personas de todas las edades que se rehúsan a expandir sus nociones sobre los límites y las posi- bilidades del arte? Si bien no pode- mos negar la influencia de los artis-
Billie Eilish
tas del pasado en las sensaciones del presente, tampoco podemos ignorar que el estado actual de la industria musical es abismalmente diferente a lo que se había consolidado a finales del siglo pasado.
Hasta mediados de la década de los 2000’s, un artista o banda tenía la única opción de vender su alma a una disquera, endeudarse para grabar un disco y, de tener suerte, ver su video musical en la programación de MTV o algún otro canal de música. El Inter- net ya existía desde principios de los 90’s, pero no fue hasta la llegada de sitios como Myspace que la música pudo comenzar su transición hacia la independencia de las disqueras que controlaban básicamente quién se hacía famoso y quién no. El nacimien- to de una industria independiente fue inminente y dio lugar a un ambiente con mayor libertad creativa. Al mismo tiempo, la ya consolidada industria musical adquirió una táctica mucho más fría y calculada, homogenizando cada vez más la música de los artis- tas que hasta hoy siguen dominando las listas Billboard, y es justo en este punto en el cual el infame argumen- to del supuesto “declive de calidad” de la música está erróneamente jus- tificado, pues asume que no existe
Drake
más música que la que se suena en las tiendas de los centros comerciales o que ponen en los antros.
Y entonces llegamos a la década de los 2010’s, esa que vio nacer las plataformas de streaming como nue- vo modelo de distribución musical y los algoritmos de dichas platafor- mas como los nuevos cazadores de talentos. Década protagonizada por un aire de pos-posmodernidad que en ocasiones resulta difícil de com- prender, su desarrollo musical no fue la excepción. El Trap, subgénero del Hip-Hop, se apoderó del mundo, rompiendo con barreras del idioma (desde Latinoamérica hasta Asia) y fu- sionándose con absolutamente todo estilo de música existente, como el Emo (Lil Peep, XXXTentacion) e inclu- so el Country (Lil Nas X). El Hip-Hop como tal no se quedó atrás, con ar- tistas como Kendrick Lamar, Tyler The Creator o el ahora cristiano Kanye West, quienes han dado de qué ha- blar ya sea por su música o sus es- cándalos. El R&B también resurgió de las cenizas con sensaciones como The Weeknd, Drake o Frank Ocean, que llevaron el género a nuevos estánda- res de intimidad, accesibilidad y ex- perimentación, respectivamente.
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