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Joyas del Sur. Descubriendo Tixcuytún

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Joyas del Sur. Descubriendo Tixcuytún

Por: Abraham Guillén

La mejor forma de descubrir a Yucatán son sus pequeños pueblos, es allí en donde las tradiciones, gastronomía, artesanías y costumbres viven. Sus 106 municipios son para descubrirlos uno a uno, llevándote a nuevas vivencias de la mano de los locales, a esto le llamamos turismo rural o comunitario.

Hoy te hablo de Tixcuytún, comisaría del municipio de Tekax, ubicado al sur de Yucatán. Al llegar se siente ese fresco aire que caracteriza a estos municipios, moviendo los grandes árboles a mi alrededor y poniendo armonía cuando las hojas chocan entre sí.

Los animales de patio cruzan las calles y todos respetan lo ajeno, saben a quién les pertenece, porque así se vive en comunidad, no se preocupan por el tema del extravío dejándonos una bonita enseñanza, muy propia de los pequeños municipios.

Justo en el centro de la localidad se ubica la comisaría ejidal y al frente, la iglesia en honor a la Virgen de la Asunción, cuya fachada me recuerda a una edificación en la zona arqueológica de Labná. Afortunadamente era domingo y mi llegada coincidió cuando el sacristán abría las enormes puertas de la iglesia, señal del comienzo de la misa, por lo que aproveché para observarla por dentro, es algo que recomiendo cuando se visita un pueblito y siempre te va a asombrar. El techo estaba pintado de un color azul marino con una especie de destellos color amarillo como si se tratase de una gran noche estrellada.

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Entre pláticas, el sacristán se portó muy amable, así que pregunté si el acceso a la azotea de la iglesia era libre y seguro para los visitantes. Él se volteó seriamente y con voz firme me dijo “Ahorita no se puede porque está cerrado, pero déjame te abro”. Sonriente le agradecí. Me mostró el camino para subir y me advirtió sobre el mantenimiento que estaba recibiendo la estructura, debido al daño provocado por un rayo, dos semanas atrás, y me abrió la pequeña puerta que estaba en una esquina al interior de la iglesia.

Fue algo cansado subir la escalera en forma de caracol, pero una vez arriba se puso divertido: el aire soplaba fuerte y veía las pequeñas casitas divididas por las calles, aproveché tomar algunas fotos como recuerdo; después de mucho rato bajé para despedirme del sacristán, momento en el que unos niños me platicaron que cuando hay misa suben hasta lo alto de la iglesia para tocar las campanas manualmente.

En comunidades o localidades se puede disfrutar a Yucatán de distintas formas, con el plus de que existe gente tan amable que fácilmente se vuelven tus amigos, y que seguro que cuando vuelvas a estar de paso te invitan el almuerzo.

Si “pueblear” es lo tuyo, ya sabrás de lo que hablo.

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