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Chiapas, una sorpresa a cada paso

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Chiapas, una sorpresa a cada paso

Con su imponente naturaleza, de majestuosas y enormes montañas que impresionan a los que venimos de lugares planos, Chiapas me sorprendió muy gratamente. El clima también es otro factor, diferente al calor de Yucatán.

Paseo obligado de todo visitante es Chiapas de Corzo, donde no pudimos perdernos el Cañón del Sumidero, un impactante viaje en el que a bordo de un pequeño bote observamos los más diversos ecosistemas, un acantilado que se levanta sobre el cauce del río de Grijalva y una profundidad de más de 250 m, la falla se abrió hace ya varios millones de años en la Sierra Norte de Chiapas, el recorrido llega hasta la presa hidroeléctrica “Manuel Moreno Torres”, conocida popularmente como Presa Chicoasén, todo esto es contado por un guía que maneja con astucia el pequeño vehículo marítimo, me sentí fascinada por el encanto de ese lugar, pero sin lugar a dudas la gastronomía y la belleza de ese pequeño municipio fue lo que más me atrajo, ahí probé varios platillos como el famoso cochito, un delicioso mole estilo chiapaneco con su arroz rojo y tortillas hechas a mano y un pollo en pipián verde.6296849

Al siguiente día decidimos ir a San Cristóbal de las Casas, uno de los sitios más recomendados para visitar. Desde que vas en el camino puedes sentir y ver cómo cambia el ambiente, la neblina y las imponentes montañas, la belleza que prometía nos atraía, sin embargo, decidimos ir primero a San Juan Chamula para hacer compras de sus artesanías, sin omitir que fuimos perseguidos durante todo el trayecto por unas niñas con hábiles técnicas de venta, y digo hábiles porque persuaden al más reacio comprador. Es un lugar con tradiciones todavía muy arraigadas. Mucha fue mi sorpresa al observar a todas las mujeres vestidas de manera tradicional, la mayoría con su hijo a cuestas o con la mercancía que ofrecen a los visitantes. La parte más interesante es el templo religioso en el cual pagas una cuota para visitarlo, dentro del lugar no puedes tomar fotos o videos debido a las creencias; todo el piso está cubierto por una especie de ramas de pino, cuando le cuestioné a una persona me dijo que para que se viera más bonito, pero lo más sorprendente del lugar fue ver a personas orando a santos occidentales pero con rituales mayas ahí dentro de la iglesia, pude ver como sacrificaban a una gallina ¡así como lo lees!; ahí las personas se hincan y ponen veladoras de diversos colores, mientras los hombres guían la oración en su idioma nativo las mujeres siguen al patriarca de la familia; después de hacer unas reverencias y orar bebían el agua o refresco que tenían frente a ellos.

De regreso a San Cristóbal visitamos de manera breve el primer cuadro de aquel lugar, ahí disfrutamos de ricos platillos regionales: jamones hechos con recetas españolas; la famosa sopa de pan, para mi gusto bastante dulce; el asado chiapaneco; la chanfaina y el posh, algo fuerte para mis preferencias en bebidas y claro, el café más rico que había probado nunca, ya entraba la noche y la ciudad cobraba vida, las calles se me figuraron un poco a la 5ta Avenida de Playa del Carmen, puesto que los turistas gozaban del ambiente de los restaurantes, cafés y bares, que se mezclaba con la celebración al estilo colonial. Las luces brillantes y naranjas combinadas con los enigmáticos tonos sepias de los edificios creaban una atmósfera inigualable.

Lo más impactante del viaje fue convivir de manera tan cercana con los chamulas, una sociedad diferente, donde el feminismo y los derechos básicos de educación no son garantía y sobre todo ese sincretismo y misticismo religioso que hay en esta comunidad de profundos rasgos indígenas.

Por Gabriela Pérez

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