Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Tamales, alegría que nos une

Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Tamales, alegría que nos une

“¿A quién le tocan los tamales?” es la frase más repetida por excelencia al terminar de partir una rosca de reyes pero, ¿qué relación hay entre este famoso alimento prehispánico y una tradición importada del viejo continente?

Por Melissa Ishbel

El día de la Candelaria se celebra el 2 de febrero y su origen se ubica dentro de las antiguas tradiciones judías, donde las mujeres (en esta caso la Virgen) a los cuarenta días de dar a luz tenían que ir a la iglesia a purificarse y agradecer a Dios con una paloma, que en el transcurso de los años se convertiría en una candela. Desde entonces acudimos a la iglesia ese día, para agradecer la llegada del Niño Jesús.

Ahora bien, el hecho de que sean tamales y no otro platillo el alimento principal de esta fecha se debe a que en el mismo día los mexicas celebraban el Atlcahualo (el inicio de la temporada de siembras), una celebración donde se llevaba a bendecir el maíz que luego se sembraría en honor a Tláloc y Chachitlicuetl con el fin de tener buena temporada de cosechas. Sin embargo, los tamales siempre estuvieron presentes en ofrendas a los dioses en varias culturas, sobre todo por estar hechos del mismo material con el que están constituidos los seres humanos según el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas. Con la colonización y el sincretismo de religiones, pasaron de bendecir el maíz a preparar tamales con él. Se trata de una ofrenda al Niño Dios y a los dioses prehispánicos.

Es conocida la gran variedad de tamales existentes no sólo en México (alrededor de 500 tipos), sino en América Latina, aunque se les conozca con otros nombres. En los estados del norte se elaboran en hoja de mazorca, son muy pequeños y suelen rellenarse de carne deshebrada de res o puerco y salsas de chiles secos, rajas con queso o de anís con nuez en el caso de los tamales dulces. Se envuelven de tal modo que un extremo del tamal queda descubierto por la hoja.

En la península de Baja California se encuentran los tamales de Güemes con carne de puerco y pollo, aceitunas, pasas y aceite de oliva.

En el centro del país el tamaño es mayor y son cubiertos por hoja de maíz también, sin embargo completamente envueltos. Los sabores principales son de pollo o res deshebrado con salsa de chile serrano (la famosa salsa verde o roja), rajas poblanas con queso, mole con pollo, frijol con rajas, piña con rompope, piñón y el famoso tamal color rosa sabor fresa con pasas. En estas últimas dos décadas ha habido un incremento de oferta, llegando al público sabores novedosos tales como chocolate, queso crema con zarzamora, malvaviscos, carnitas, cochinita pibil, chorizo, camarón y un largo etcétera.

En Morelos y Michoacán, existe una curiosa variedad llamada tamales de ceniza o Tlaconextamalli, también conocidos como corundas, de forma triangular y envueltos en hoja de plátano, que están hechos únicamente de masa o frijoles en algunos casos, sin embargo, al servirlos se cubren con crema ácida, pollo desmenuzado, salsa roja y se espolvorean con queso. Se llaman así por el color que adquieren al mezclar la masa del nixtamal con los frijoles.

Yéndonos al sureste nos encontramos con los padzitos chiapanecos, envueltos en hoja de plátano y hechos de frijol o de chícharos; también los hay dulces. De este estado también sobresalen los tamales de bola, que son de carne de cerdo.

Los pulacles son típicos de Veracruz y se hacen en hoja de plátano. Se rellenan con frijoles, semillas de calabaza, cilantro, chile, hoja santa, etc.

En Yucatán hay dos variedades populares, los vaporcitos y los tamales colados, ambos hechos en hoja de plátano. Los primeros como su nombre lo indica, se hacen al vapor, son pequeños y rellenos de pollo, carne molida o espelón. Los colados son más grandes y suaves, rellenos de carne deshebrada de cerdo o pollo.

Similares, deliciosos y tan diferentes a la vez, estas variedades mencionadas -porque falta mencionar muchas más- se consumen a lo largo del año en todo el país, sin embargo, encuentran su motivo más alegre en este día, cuando acompañados de un atole, un champurrado o un café nos sentamos a compartirlos con nuestra familia, amigos y compañeros.

Facebook
Twitter
LinkedIn