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Proezas de la ingeniería que dan mucho vértigo: de las casas colgantes de Perú a la pasarela de cristal que se agrieta

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Proezas de la ingeniería que dan mucho vértigo: de las casas colgantes de Perú a la pasarela de cristal que se agrieta

Por RAQUEL PIÑEIRO

Pocas cosas llegan a despertar el asombro de los profanos como lo consigue la audacia de la ingeniería moderna, siempre al filo de los últimos materiales y tecnologías. Desde que el osado ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel sorprendiera al mundo con la torre más alta del mundo para la Exposición Universal de 1889 en París (Francia), la carrera por levantar la obra con las soluciones más inteligentes para desafiar la ley de la gravedad ha sido una constante en la experimentación urbanística.

Con 300 metros de altura, a los que más tarde se añadió una antena hasta completar los 324 metros, la Torre Eiffel es quizá el primer monumento moderno que ha servido más como atracción turística que como verdadero elemento de utilidad en la ciudad (aunque el ejército francés lo emplease como torre de comunicaciones y hoy sirva también para emitir programas de radio y televisión). Es también el mejor testigo de una época marcada por los prodigios de la industria y los avances tecnológicos al servicio del poderío de las naciones y el cambio radical que supuso la aplicación del hierro a la construcción, gracias a las mejoras en su fundición. Aligeró las estructuras y sustituyó a la madera, que ponía en riesgo la seguridad de los edificios, algo que se pudo ver por ejemplo en el gran incendio de Chicago (1871).

Mientras en Nueva York el arquitecto valenciano Rafael Guastavino prendía fuego frente a la prensa a una de sus bóvedas de azulejos para demostrar la seguridad de su método constructivo, las exposiciones universales que organizaron los países europeos como muestra de su progreso se convirtieron en el escenario propicio para la experimentación arquitectónica. El antecesor de la famosa Torre Eiffel fue el palacio de cristal que sir Joseph Paxton levantó en tan solo seis meses para la exhibición de 1851 en Inglaterra. El Faro de Buda, construido por Lucio del Valle en 1864 en Tarragona, entonces el más alto del mundo con 50 metros, fue el ejemplo español.

La ingeniería resuelve problemas de habitabilidad vertical y grandes obstáculos geográficos, pero no deja de tener un componente de truco de magia y de superación y dominio del ser humano que, desde aquellos años, se ha explotado en las grandes obras de la arquitectura, desde los primeros rascacielos de Manhattan que no habrían sido posibles sin aquellos indígenas conocidos como las «águilas de la construcción», hasta la última revolución neoyorquina que protagonizan las torres cerilla.

Esta fiebre por los récords se ha trasladado en el siglo XXI a los puentes, plataformas y miradores de cristal, de los que China acumula ya unas 2.300 construcciones en todo el país. No tienen mayor utilidad que la contemplación de los prodigios de la ingeniería y el desafío a las leyes de la naturaleza. Y el turismo, claro. Pero no son las únicas. Repasamos las obras más sorprendentes del mundo. Absténganse los espíritus sensibles, porque estos miradores, rascacielos u hoteles desafían nuestro más elemental sentido del equilibrio.

1. Viviendas suspendidas en el vacío

Dónde: Valle de Cuzco, Perú

Altura: 400 metros

En el proceloso mundo de los alojamientos insólitos –en copas de árboles, en iglús y hasta en habitaciones submarinas–, estos tres refugios de Skylodge Adventure Suites son sin duda de los más llamativos. Suspendidos en la falda de la montaña del valle de Cuzco, consisten en pequeñas cápsulas colgantes totalmente transparentes fabricadas con aluminio aero-espacial y policarbonato de alta resistencia. «Módulos de vivienda vertical», las llaman sus creadores, que quizá tenían presente la compleja red de caminos escarpados capaces de desafiar las alturas que desarrolló el imperio Inca.

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AIRBNB

Una vez hemos entrado a través de la escotilla del techo, el interior está equipado con el confort esperado en los hoteles; cada compartimento contiene cuatro camas, comedor y un baño. Pernoctar aquí requiere un poco de espíritu aventurero, no solo amor por las localizaciones insólitas: forman parte de una experiencia deportiva global, porque solo se puede acceder por la via ferrata, a través de un puente colgante, o por lo que ellos denominan «el camino intrépido del zipline y su tirolina».

2. Pisar en la nada a más de 250 metros

Dónde: Shanghái, China

Altura: 263 metros el mirador; 468 metros de altura total de la torre

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Esta antena de televisión no es el edificio más alto de una ciudad que hizo de los rascacielos sus símbolos, pero sí uno de los más reconocibles desde su inauguración en el año 95. La torre Perla Oriental está formada por una estructura de hormigón con acero sobre la que se disponen tres esferas de acero y cristal, la esfera superior se encuentra a unos impresionantes 350 metros de altura, pero la más visitada y la que más trúculis nos da es la segunda, a 263, por el suelo acristalado de su mirador. La sensación de pisar en el aire sobre la vasta Shanghái y el moderno barrio de Pudong es total. Para los que buscan dobles emociones, en la planta superior de esa esfera hay un restaurante giratorio tipo bufé.

3. El puente colgante más largo de Europa

Dónde: Arouca, Portugal

Altura: 175 metros

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AYUNTAMIENTO DE AROUCA

Si el concepto de “puente colgante” da ya bastante vértigo de por sí, el 516 Arouca incluye un suelo de rejilla, con lo que las vistas hacia el desnivel sobre el río Paiva están garantizadas. Además de la altura, hay que tener en cuenta su longitud, 516 metros, medio kilómetro de paseo oscilante que le convierten en el puente de su clase más largo de Europa. La obra consta de 14 cables y 127 módulos metálicos de cuatro metros de largo cada uno, construidos por la empresa Itecons. Todavía está pendiente de terminar e inaugurar, pero cuando lo haga, en teoría en otoño de 2020, las autoridades del Geoparque de Arouca confían en que atraiga tanto a personas interesadas en el turismo de aventura o naturaleza como a los fanáticos de las obras de ingeniería.

4. Del cielo a Madrid

Dónde: Madrid, España

Altura: 117 metros

Probablemente haya aparecido mucho en tu timeline de Instagram porque cuando se inauguró el hotel en 2019, la estructura fue un pequeño hit en redes sociales. La ubicación del Hotel Riu Plaza de España, en el emblemático edificio España Terraza, ya garantizaba unas vistas de Madrid privilegiadas, pero por si alguien no tenía suficiente con la terraza panorámica ubicada en el piso 27, una pasarela de cristal de cuatro metros y medio con suelo transparente doblaba la apuesta. De acuerdo, puede que sus cuatro placas de vidrio que soportan hasta 2.000 kilos no sean el lugar que más vértigo provoca de todo el planeta, pero al menos queda a mano para los adictos a esta sensación.

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RIU

5. Nadar en el aire: ¿sueño o pesadilla?

Dónde: Londres, Reino Unido

Altura: 35 metros

Aquí no se trata de la altura, sino del concepto: una piscina transparente que comunica dos edificios como si de un puente flotante de 14 metros de largo se tratara (la longitud total de la piscina es de 25 metros). El proyecto Sky Pool aún no está acabado; la estructura de acrílico de 50 toneladas ya se ha terminado de construir en Colorado y está previsto que en lo que queda de 2020 se instale en su ubicación definitiva, en el complejo de pisos de lujo Embassy Gardens Legacy Buildings.

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EMBASSY GARDENS

El traslado promete ser un espectáculo en sí mismo, al menos tan llamativo como el resto de la arquitectura del barrio, Nine Elms: si la piscina «viene por carretera, será necesario desmontar los semáforos y los bolardos», anuncian en la web de los Embassy Gardens; «si llega por río, Nine Elms Lane cerrará durante un día para poder sacarla del Támesis». A la espera de que puedan terminar lo iniciado, esta es una de esas ideas que nos da vértigo solo con contemplar los rénders del resultado final. «Será como flotar en el aire en el centro de Londres», proclaman sus impulsores.

6. El ascensor exterior más alto y más rápido del mundo

Dónde: Hunan, China

Altura: 330 metros

El ascensor Bailong, el «de los 100 dragones», es en realidad un conjunto de tres ascensores que salvan en un minuto la distancia de la montaña de arenisca de cuarzo en el que se ubican. Sus paredes de cristal permiten contemplar el paisaje del Parque Nacional Zhangjiajie, una de las reputadas inspiraciones para las montañas flotantes de la película Avatar. En esta misma zona también se ubican otras atracciones no aptas para los que tengan miedo a las alturas, como varios puentes colgantes de cristal.

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GETTY

El Bailong fue reconocido como el ascensor exterior más alto del mundo, el ascensor de doble cubierta más alto del mundo y el más rápido con mayor carga de pasajeros (50 personas en cada trayecto). Su construcción en un lugar patrimonio de la Unesco no estuvo exenta de diatribas por considerarse que estropeaba el entorno medioambiental, aunque su impacto económico y la descarga de tráfico en las carreteras –los ascensores también transportan automóviles– está fuera de toda duda.

7. Una pasarela de madera de 1921

Dónde: Málaga, España

Altura: 100 metros

Cuando se reabrió esta senda en 2015 media España descubrió su existencia y se propuso recorrerla alguna vez en la vida. No era para menos: esta pasarela peatonal de tres kilómetros (más 4,8 de accesos) pegada al desfiladero de los Gaitanes sobre el río Guadalhorce, aunaba vistas espectaculares, contemplación de la naturaleza y sensación de peligro protegido.

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GETTY

El caminito del Rey, que recibe su nombre porque fue inaugurado por Alfonso XIII en 1921, nació para facilitar el acceso a la central hidroeléctrica del Chorro, pero cuando esta cayó en desuso, el camino fue abandonado también y corría el riesgo de desaparecer. Hoy, esta vía de madera recuperada, premio en la XIII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo y candidata a ser declarada Patrimonio Mundial de la Unesco, impulsa el turismo de los municipios de Álora, Antequera y Ardales y provoca escalofríos incluso a los escaladores más duchos.

8. La terraza de cristal sobre el Gran Cañón

Dónde: Arizona, Estados Unidos

Altura: 350 metros sobre el río Colorado

El mirador del Gran Cañón del Colorado sigue siendo un clásico difícil de batir cuando hablamos de atracciones vertiginosas. Esta pasarela de cristal semicircular con suelo también de cristal sobresale 20 metros del promontorio y se eleva sobre alturas de hasta 240 metros directos y 350 hasta el lecho del río (los 1.400 publicitados son sobre el nivel del mar). Los cristales de la plataforma en forma de herradura son de 10 centímetros de grosor, y están diseñados para soportar el peso de 800 personas a la vez, aunque solo se permiten 120 visitantes simultáneos.

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GETTY

Desde su inauguración en 2007, y pese a los debates sobre su impacto medioambiental, la gestión de la tribu Hualapai, y su elevado precio, el mirador se ha convertido en uno de los puntos de interés más visitados del Gran Cañón, un lugar ya de por sí sobrecogedor.

9. El (nuevo) puente de vidrio más largo del mundo

Dónde: Hebei, China

Altura: 218 metros

El título de «puente de cristal más largo del mundo» ha ido pasando por distintas estructuras de China a lo largo de los últimos años. Primero estuvo el Haohan Qiao, en la provincia de Hunan, hasta que fue derrocado por los 430 metros de su vecino, el puente del Parque Natural de Zhangjiajie, patrimonio de la Unesco desde los noventa.

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GETTY

Con el objetivo de promocionar una zona poco turística y sin mayores atractivos a 350 kilómetros de Beijing, en el Parque Natural de Hongyagu se ha inaugurado un puente colgante de 488 metros de longitud compuesto por 1.077 placas de cristal de tan solo cuatro centímetros de grosor, aunque el de Zhangjiajie sigue salvando un desnivel más alto, de 300 metros.

La existencia de esta obra sirve como ejemplo de la pasión por poseer un monumento que entre en el récord Guinness –independientemente de cuál sea su valor artístico, histórico, cultural o práctico- y de la locura que experimenta China en particular por los puentes de cristal, lugares óptimos en los que sacarse una foto epatante pero que, al menos en este caso, no sirven para nada más que para eso.

10. La pasarela de cristal que finge agrietarse

Dónde: Hebei, China.

Altura: 1.200 metros

Es un espectacular sendero turístico de 266 metros con el fondo de vidrio que se sostiene al borde de un desfiladero casi vertical. Aunque lo publicitan como a 1.200 metros de altura, lo cierto es que hay una pequeña trampa: esa es la cifra sobre el nivel del mar, la real sobre el suelo es bastante menor, aunque corta de igual forma el aliento.

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TAIHANG GLASSWALK / YOUTUBE

La pasarela de cristal de Taihang adquirió cierta fama cuando hace unos años protagonizó los titulares por agrietarse para terror de los que lo estaban recorriendo: se trataba tan solo de un efecto de imagen y sonido provocado a propósito para asustar a los visitantes impresionables o crear un vídeo viral con unos protagonistas que fingieron asustarse, cosa que consiguen con creces. El temor estaba justificado: otros puentes de cristal sí se han agrietado o han provocado caídas con un fatal destino. No aptos para cardíacos, en cualquier caso.

11. La piscina donde acaba la Tierra

Dónde: Singapur

Altura: 200 metros.

Las tres torres de este complejo con centro comercial, hotel, museo, casino, teatros, viviendas y oficinas son un emblema de la próspera Singapur, y la piscina que jalona la plataforma que las une, el highlight más reconocible. Al ser de horizonte infinito, el vértigo en Marina Bay Sands para los más impresionables está asegurado, pues da la sensación de que el agua nos conduce hasta un abismo de 200 metros.

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La piscina supone además todo un reto de la ingeniería: construida con 181 toneladas de acero inoxidable, debe permitir cierta oscilación para acompañar el movimiento de las tres torres sobre las que se apoya, pero manteniendo en todo momento el borde invisible del agua en posición horizontal. Para bañarse en ella hay que estar alojado en el hotel, pero los que no son clientes pueden acceder al mirador o comer en alguno de los restaurantes del complejo.

12. El vértigo desde abajo

Dónde: Dubai, Emiratos Árabes

Altura: 828 metros

The one and only. El Burj Khalifa, del estudio Skidmore, Owings & Merrill (SOM) y el arquitecto Adrian Smith, sigue siendo el edificio más alto creado por el ser humano, una superestructura romperécords discutida, envidiada y, en definitiva, famosa. En las plantas 124 y 148 hay dos miradores; el de esta última está a 555 metros de altura, pero el del piso 124 tiene una zona no acristalada que quizá provoque más sensación de mareo.

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¿Qué se ve desde el edificio más alto del mundo? Un complejo de piscinas, rascacielos de hormigón que parecen minúsculos desde las alturas, polvo del desierto y el mar en el horizonte, con el complejo de islas artificiales The world. Toda una metáfora de la riqueza generada por el petróleo. Con estas dimensiones, se pierden las perspectivas y casi da más vértigo contemplarlo desde el suelo, a pie de calle, que el mundo desde él.

13. Suspendido en el cielo de Chicago

Dónde: Chicago, EE.UU.

Altura: 412 metros

La Torre Willis, antes conocida como Torre Sears, fue el edificio más alto de Estados Unidos hasta que la derrocó el complejo One World Trade Center de Nueva York, del arquitecto David Childs, del mismo estudio que hizo el Burj Khalifa. Pero el Skydeck en la planta 103 del rascacielos de Chicago es difícil de superar en lo que a cuestiones de vértigo se refiere.

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El gran atractivo de este mirador, que preside los perfiles de viajeros en Instagram, reside en tres cajas de cristal con suelo transparente: una especie de habitaciones de 1,22 metros de profundidad, 3 metros de altura y 3 de ancho en las que el visitante queda suspendido y rodeado de paneles de vidrio laminado, y que pueden hacer perder la tranquilidad incluso a los más escépticos. El efecto es el de flotar sobre el aire, por encima de los rascacielos de Chicago y contemplando el lago Michigan en lontananza.

14. El mirador de los récords

Dónde: Pinggu, China

Altura: 400 metros

El afán por romper récords y obtener más títulos a golpe de construcción despampanante provoca que este lugar sea a la vez el mirador de piso de cristal más grande del mundo, la plataforma voladiza más grande y la «primera estructura de alta resistencia, bajo peso y aleación de titanio resistente a la corrosión».

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El Mirador de Shilinxia consiste en una plataforma con forma de dónut de 32,8 metros de longitud que se suspenden sobre 400 metros de abismo, formada por paneles de vidrio blindado con aleación de titanio. Con su suelo transparente y su despampanante estructura, resulta tan atractiva vista desde fuera como el propio desnivel que se divisa desde ella.

15. El funicular más inclinado del mundo

Dónde: Schwyz, Suiza

Altura: 2.000 metros sobre el nivel del mar

Aquí el secreto reside en la inclinación. El funicular Stoosbahn era la única manera de subir al pueblecito de Stoos, en Suiza, y cuando tocó reformar el antiguo modelo de 1933, se optó por un diseño innovador de cabinas circulares, como si fuesen barriles, que cuando fue inaugurado en 2017 gozó del aplauso internacional.

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El resultado no es solo un interesante proyecto de diseño, sino que ha resultado ser el funicular más empinado del mundo. Salva 743 metros de desnivel en un trayecto de 1.740 metros, con una inclinación que llega hasta el 110%, 47 grados. Estas cifras de escándalo han hecho que el nombre del pequeño pueblo de Stoos, de solo 150 habitantes, se haga conocido en todo el mundo, convertido en un insólito destino turístico para los amantes de las emociones fuertes.

16. Un teleférico descapotable

Dónde: Stans, Suiza

Altura: 1.900 metros sobre el nivel del mar

Los teleféricos son espectaculares y provocan palpitaciones de por sí. Entre algunos tan reseñables como el Matterhorn Glacier Paradise, en Suiza, o el teleférico de Mérida, en Venezuela, que sube hasta más de 4.700 metros sobre el nivel del mar, nos quedamos con el Carbrio-Bahn. La garantía de vértigo estriba en que es descapotable. La parte superior de la cabina de dos pisos no tiene techo, con lo que la sensación de ir colgado y expuesto es más apremiante de lo que ya suele ser. Durante sus seis minutos de ascenso al monte Stanserhorn se disfruta de un espectacular paisaje de montaña y lagos en uno de los rincones más pintorescos de Suiza.

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.-Con información de El País

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