El estallido de voladores, acompañado de la música de charanga, por un lado, y del mariachi, por otro, anunciaba la llegada de la entrada del Gremio de la Bajada para la puntual cita con la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe, en su santuario en la parroquia de San Cristóbal.

Tras un recorrido de poco más de una hora, que comenzó bajo los fuertes rayos del Sol en la calle 71 entre la 30 y 30 A. de la colonia Azcorra, la prolongada columna llegó a las puertas del santuario, encabezado por la banda de guerra “Guadalupana”, seguido de un grupo de personas que cargaba un cuadro de la venerada imagen, adornada de coloridas flores y una corona.

“Esta es una linda tradición en la que procuramos participar cada año”, dijo José Barón, vestido de mestizo, al tiempo que la señora Gabriela Vargas, de impecable y colorido terno, añadió: “los mexicanos somos un pueblo guadalupano, pues creemos mucho en ella (en la Virgen)”.

“Tenemos una fe inmensa a la Virgencita de Guadalupe, pues es nuestra madre”, dijo por su lado Carolina Basto, otra participante de la procesión, cuya columna se prolongó por unas tres esquinas, con la participación de personas de todas las edades, y que remató con un grupo de jinetes.

Al concluir la misa, se realizó una procesión alrededor del parque con la venerada Imagen de la Guadalupana
Por supuesto no podían faltar representantes de distintos gremios, invitados ayer por el anfitrión de la bajada de la imagen, y que orgullosos llevaban sus respectivos estandartes. Había de distintos lugares, tanto de esta ciudad, como de otros municipios.

Al llegar a las puertas de la parroquia y entre aplausos y música de mariachi, los peregrinos entraron al santuario guadalupano para participar en la misa, aunque antes de que iniciara, los custodios procedieron a bajar de su nicho a la venerada imagen, y la colocaron frente al altar.

¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Viva la patrona de México!, ¡Viva la Madre de Dios! fueron algunos gritos que de manera espontánea exclamaron algunos feligreses, mientras otros aplaudían.

Al concluir la ceremonia eucarística, con la que se iniciaron formalmente los festejos en honor de la patrona de México, se realizó una procesión alrededor del parque con la venerada Imagen.

En tanto, a las puertas de la parroquia hubo una vaquería con una orquesta de jaraneros y a un costado se organizó una kermés.

Finalmente, después de la misa de ocho de la noche la imagen fue colocada de nuevo en su nicho, del que dos veces al año es retirada para estar más cerca de los feligreses: el 6 de noviembre y el 12 de diciembre.