Por Luis Veytia.      

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Armar la mochila puede resultar una tarea tan sencilla como aburrida. Suele ser frecuente no saber qué llevar ni qué dejar en casa. Como también cargar equipo de más, al que nunca se le va a dar uso.

Ante todo vale resaltar que no existe una mochila que se adecue a todo uso. De la misma manera que los contenidos no son aptos para todo tipo de travesías ni las bicicletas resistentes para tolerar un equipaje excesivo (no se deberá exceder de 20 kilos).

Por consiguiente, hay que tener bien en claro qué recorrido se va a realizar, por cuánto tiempo, a través de qué tipo de terrenos, cuáles son las temperaturas medias de las zonas a transitar, y si hay -o no- en el camino probabilidades de reabastecerse de provisiones.

Una opción intermedia entre ambas (distribuir el peso a lo largo del volumen de la mochila y en la franja más cercana a la espalda) resulta ser una buena solución. Porque concentrar carga en la región lumbar causará dolores de cintura.

En general, se colocan en el fondo la ropa interior y de repuesto, y los elementos de higiene personal. A continuación la bolsa de dormir, el calentador y los utensilios para la hora de cocinar. Luego los alimentos que requieran precalentado o cocción, y la comida rápida para la travesía.

Finalmente, repartidos entre los bolsillos de tapa y la parte superior del volumen principal, la ropa de abrigo, el calzado, la cantimplora, y los elementos que puedan necesitarse con premura: mapa, bolígrafo, papel, brújula, linterna, botiquín y navaja, entre otros.

En lo que respecta a los bolsillos exteriores tienen múltiples utilidades, y entre ellos se reparte el resto del equipo chico: batería de repuesto, fósforos, luces químicas, manta de aluminio, kit de supervivencia, cinta adhesiva, bolsas de nailon, repelente de insectos y el remanente del equipo personal.
Para finalizar, es aconsejable llevar el equipo bien ordenado para saber en cualquier momento dónde están ubicadas las cosas. Al armar el contenido, los huecos o lugares con aire deben llenarse con ropa para ocupar todo el espacio disponible y para evitar que los elementos se desplacen hacia uno u otro lado, lo que tornaría incómoda la caminata.