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Sabiduría para ciegos: El libro de los secretos

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Sabiduría para ciegos: El libro de los secretos

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Por Alejandro Pulido Cayón.

Fue dicho y está claro que los grandes enfrentamientos del siglo XXI, más allá los matizados por lo económico, serán de carácter religioso. De hecho, el inicio de esta centuria se dio con una cruzada en la que el nunca bien querido George Bush Jr., blandió la Biblia como justificación para sus bombardeos hacia aquellos países que, por tradición, son musulmanes. Catolicismo e  islamismo compiten con el mayor número de adeptos en el mundo. Más de mil millones de personas, cada una de estas religiones.

Numerosas han sido las películas situadas en escenarios post apocalípticos o post nucleares. Fueron muy populares sobre todo en las décadas de los 70 y 80, cuando la Guerra Fría estaba en su apogeo, y pretendieron ser una advertencia sobre las consecuencias que un conflicto armado acarrearía a la humanidad. Por ello resulta lugar común la ambientación de la más reciente cinta de Denzel Washington: “El libro de los secretos”.

Dirigido por los hermanos Albert y Allen Hughes, con guión original de Gary Whitta, el filme tiene muchas reminiscencias de trabajos anteriores como “Mad Max”, “Omega Man” y, por supuesto, “Soy leyenda”, aunque logra su propia autonomía con base en una historia que no sorprende, pero al menos conlleva una carga distinta a las obras mencionadas.

Situada en un futuro próximo, narra la travesía de Eli (Washington), quien encarna a un viajero solitario de sorprendentes capacidades guerreras cuya finalidad es llegar al oeste, a fin de entregar un valioso libro, único ejemplar de su especie, que despierta la codicia de Bill Carnegie (Gary Oldman), líder de una comunidad organizada en medio del caótico mundo sobreviviente a una devastadora guerra.

Las circunstancias que llevaron a la catástrofe mundial nunca son reveladas por completo, sin embargo, se insinúa que la devastación se originó por motivos de fanatismos religiosos, fue nuclear y causó severos daños al ecosistema global, lo que provocó que la lucha por la supervivencia incluyera el canibalismo y la desconfianza absoluta entre semejantes.

A diferencia de las películas en las que encuentra eco, en “El libro de los secretos” la confrontación no es por la posesión de los energéticos, sino que se trata de una necesidad ideológica, de la posesión del conocimiento, del dominio de las almas necesitadas de esperanza, lo que podría dar lugar en ese mundo apocalíptico al resurgimiento de una civilización teocrática. Al menos eso son los motivos de Carnegie, como buen antagonista de Eli.

Destaca la actuación de Mila Kunis (en el papel de Solara). Esta joven, que se hiciera famosa en la sitcom “That 70’s Show”, ha demostrado gran capacidad histriónica por la que valdría la pena seguir su carrera en la pantalla grande. Su personaje, concebido dentro de lo que significan las fórmulas hollywoodenses, aporta lo suficiente a la trama para desvelar un final que, sin llegar lo brillante, emociona.

Cargada con violencia suficiente de cualquier western, sin llegar a extremos gore, “El libro de los secretos” está lejos de ser llamada a convertirse en un clásico. No obstante, contiene suficientes elementos para mover a serias reflexiones sobre la moral humana y reafirmar lo ya dicho por Karl Marx: “La religión es el opio de los pueblos”.

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