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Poética y ensayo de Rubén Reyes: tránsito de generaciones

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Poética y ensayo de Rubén Reyes: tránsito de generaciones

Rubén Reyes con el dramaturgo José Ramón Enríquez
Rubén Reyes flanqueado por Paco Marín y el dramaturgo José Ramón Enríquez

 

 

Por Alejandro Pulido Cayón.

Único en sus imágenes. Arquitecto de esplendorosas metáforas. Incansable en su búsqueda estética. Crítico y compilador de poetas. Viene desde antigua generación que marcó época en la literatura yucateca. En manos de Rubén Reyes Ramírez, la palabra se expande hacia todas direcciones, se engrandece en maravillosas ideas que recrean mundos sólo accesibles al alma.

Con una trayectoria superior a los 35 años, Reyes Ramírez es la figura más visible  de una generación de escritores yucatecos que reavivó la literatura en la década de los setenta, y cuya labor constante, sea con la poesía o el ensayo, arroja luz para los noveles literatos; aunque desde su propia sencillez el maestro insista en negarse tal mérito.

“Inicié mi formación en el taller literario Platero, en Mérida, donde asistían Francisco López Cervantes, Jorge González Acereto, Lupita Bello, Irene Duch, Raúl Maldonado, Roger Campos Munguía, Leopoldo Crioglio; el proyecto fue inspirado por Juan Duch Colell e Inocencio Burgos, quienes se mantenían al tanto de los avances que realizábamos”, recordó.

En perspectiva, la importancia de ese grupo de escritores es sumamente significativa, puesto que la literatura yucateca había resentido una importante ausencia de voces entre el período de 1951 a la década de los setenta, cuando volvió a darse un intento serio por reavivar la creación de la entidad.

“Hubo un vacío en la literatura desde la aparición de Voces Verdes en 1951, que era una agrupación generacional de jóvenes que buscaban abrir otros cauces; entre ellos estaban Fernando Espejo, Alberto Cervera, Roger Cicero Mac-Kinney. Después de ellos, y hasta finales de la década de los setenta, fue tan notoria la falta de propuestas, que el suplemento cultural ‘Artes y Letras’ del periódico Novedades organizó un foro en 1965, donde Clemente López Trujillo y Leopoldo Peniche Vallado, entre otros, reconocieron esa crisis”, señaló.

Fue precisamente desde el taller literario Platero que se realizaron los intentos de renovación, para lo cual editaban una revista auspiciada por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), en la que aparecieron los primeros textos de Reyes Ramírez, además de que formaron “Ediciones Platero Colectivo”, sello bajo el cual publicaron las antologías “Identidad Provisional”, “Poemas de octubre” y “Espejo de presagios”.

Fue en 1986 cuando se publicó el primer poemario del maestro Rubén: “Pequeño brindis por el día”, mismo que le valió el premio Antonio Mediz Bolio de ese año.

“A partir de ello, mi trabajo tiene dos vertientes distinguibles: la creación literaria poética y la investigación, que me ha permitido los ensayos sobre personajes de la literatura yucateca”, indicó.

Aunque su producción ensayística rebasa los 20 títulos, él considera que sus aportaciones fundamentales radican en dos obras, a saber: “La voz ante el espejo. Antología general de poetas yucatecos”, que en dos tomos recopila la producción más importante de los siglos XIX y XX, además de hacer un preciso recuento de las personas que dejaron su testimonio en la poesía de la entidad hasta 1995; la segunda obra es “Los vuelos de la rosa”, preciso recuento del quehacer poético de las mujeres hasta el año 2000.

En los volúmenes “Ocupación del aire” (UAM, 1992); “Centinela del espejo” (Gobierno del Estado de Yucatán, 1993); “Conjugación de hojas para un crepúsculo” (Conaculta, 1995); y “Estrategia  para tomar la flor” (Ayuntamiento de Mérida-Cepsa, 2003), se reúne el resto de la obra poética de Reyes Ramírez. Además, cuenta con un libro de relatos “Carrusel de arena” (Ayuntamiento de Mérida, 2005).

Contrario a lo ocurrido durante las décadas del cincuenta al setenta del siglo pasado, el maestro consideró que a partir de los ochenta se ha dado una producción literaria continua en el estado, con una marcada evolución que se ha diversificado en géneros y propuestas, por lo que “cada voz es un intento de expresión distinta y eso enriquece”.

“Hay una participación más evidente de la mujeres, no sólo en número, sino en uso de recursos estilísticos y literarios; su voz es aliento que otorga intensidad y autenticidad. Otro dato significativo, es el retorno a  la creación original: la creación maya vuelve a hacer patente su presencia, se sostiene en la diversidad”, agregó.

Atento observador del avance cultural, el maestro afirma que la literatura contemporánea de Yucatán “presenta una fisonomía distinta. Es un proceso disparejo. La estatura de las letras siempre ha sido de altibajos; no sería justo calificarla, pero tiene esta complejidad. La poesía yucateca atraviesa una crisis, no caótica ni catastrófica, si no en la necesaria búsqueda de la contemporaneidad, y no terminan de afirmarse lo que pudieran ser signos que den sentido a una generación, y eso se expresa en la disimilitud y falta de afinidad”, acotó.

A pesar de que su producción poética destaca como única y original, Rubén Reyes rechaza la idea de que su trabajo sea fundacional o constituyente, y sostiene que  su propuesta parte de someter la creación a la luz de la tradición, no para reponer esquemas ni moldes del pasado, pero sí para nutrirse de ella y crear lo contemporáneo.

“Tenemos que ser una sociedad capaz de construir su forma propia, de dialogar con los procesos cotidianos y oponernos a la estandarización que implica la globalización; sin ser momias ni estancarnos, tenemos que buscar en nuestros filamentos para seguir siendo nosotros”, remató.

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