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La ley de Herodes

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La ley de Herodes

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A los alcaldes mexicanos. En lugar de dinero, consejos y buen cine.

Por José Luis Preciado.

La realidad rebasó al cine y al humor y nos colocó en medio de la sátira. Tres mil alcaldes con la mano extendida acudieron ante los diputados federales y les pidieron mucho dinero para hacer frente a sus problemas económicos; a las puertas de sus ayuntamientos les esperan largas filas de deudores queriendo cobrar sus facturas. La respuesta fue cómica: “regresen a sus municipios y cobren más impuestos, busquen que su gente tribute de manera local, impuesto predial, servicio de recolección de basura, rastro, etcétera, etcétera…” ¿Usted cree que se puedan sacar recursos de la pobre gente de Kinchil o Euán, donde la mayoría sobrevive de la despensa pública?

Todos somos culpables de lo que nos pasa, hemos llegado a este nivel por dejarlos solos –a los políticos- han hecho lo que han querido, se pasearon buscando el voto, les damos nuestra confianza –de cada vez menos votantes- pero suficientes para llevarlos al poder, una vez que llegan al sitio se transforman en pandilla y actúan en consecuencia, la razón es simple, quieren más, es decir siendo diputados federales ya piensan en convertirse en senadores, alcaldes o gobernadores de sus estados. Esa transformación de la nada a todo los vuelve locos y en consecuencia en objetos de manipulación de sus cúpulas políticas, allí manda el partido y sus líderes quienes saben sacar provecho personal para sus aspiraciones también personales.

El país no avanza, se estanca, se empantana y nosotros somos los culpables, “nuestros diputados o senadores o gobernantes” son espejo fiel de la pobreza mental del mexicano, cuyo pensamiento se proyecta de manera casi general en “guadalupano y apartidista”, por ende apático y poco participativo.

Así que ya vuelven del altiplano los alcaldes mexicanos con el encargo de “cobren más impuestos por las gallinas, los cerdos, el triciclo, su tierra, el predio, la mutualista, los préstamos” en fi, los invitaron a ser creativos y evitar con ello la caída de su hacienda pública.

Dice Yves Montand,  “aunque no te interese la política decide por ti”…

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