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El zorro y las gallinas

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El zorro y las gallinas

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Por José Luis Preciado.

Cuenta la fabula que en una granja cierto zorro se paseaba como un rey gallo por su feudo, se dice que hasta el verdadero gallo le tenía un pavor paralizante; curiosamente el astuto zorro mantenía controles allende la referida granja, tenía una bien ganada fama de traficante de gallinas, las mejores de la granja eran transferidas al más alto postor.

Granjeros intentaban sacarlo de la comarca, hacerlo huir a otros confines para que atemorizara a los competidores, pero cada vez que se sentaban a pactar su salida terminaban seducidos por el carisma del zorro y algunos hasta hacían alianzas con él y le dejaban el mando.

Hasta que un día llegó a la comarca Toño, el leguleyo, él también quiso participar de los negocios que generaba toda la granja, la basura sería su apuesta. Pensó en la seriedad de la convocatoria y se apuntó. Las cosas acabaron mal para Toño. El zorro fue sentado ante la presencia de la justicia, se defendió con natural maestría frente a un cuestionador a modo y salió… ¿usted qué piensa?, le atinó: Bien librado y con más fama que nunca.

Las redes del poder hoy se extienden a los confines de las granjas vecinas, el pacto de no agresión con otros zorros funcionó, goza de la protección del mayor nivel. Su fama sigue creciendo, antes ya se habían amarrado otros muy buenos acuerdos, se sospecha que la granja es sólo un espacio de operación, una oficina en turno, pero que en realidad opera a los más altos niveles, incluso ahora los mismos granjeros acuden a pedirle apoyo para mantenerse en las redes del poder. Él disfruta de la fama, se deja querer, sabe que existen muchos aspirantes a zorro-guardián, una figura que se mueve en las sombras, siempre detrás de los granjeros a quienes eleva pública y políticamente, mientras él por debajo del alambre vende todas las gallinas y empeña la granja. Su rito bautismal fue la venta de unos leoncitos en la que nadie metió las uñas. La historia se repite una y otra vez…

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