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Adultos mayores sufren explotación laboral

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Adultos mayores sufren explotación laboral

280912empacadores-viejitosMérida, Yucatán, a 28 de septiembre de 2012.- La Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (CODHEY) realizó una investigación con adultos mayores que trabajan como empacadores en supermercados, la cual reveló las exigencias laborales por parte de las empresas, pero una nula reciprocidad con las personas que se dedican a esta actividad de manera voluntaria.

Las personas adultas mayores son el segmento más propenso a trabajar en el sector informal, sin posibilidad de jubilación y a cambio de un salario muy inferior al que pagarían a alguien de menor edad.

La incorporación laboral de los adultos mayores se realiza sin ningún control y, comúnmente, se consigue para puestos de baja remuneración, muchas veces sin las condiciones mínimas que las leyes laborales exigen, como salario, vacaciones, aguinaldo o seguridad social, como en el caso de los supermercados que ocupan a personas de edad para ayudar a sus clientes en el empaque y traslado de mercancías, haciéndolos depender sólo de las propinas que se les regale.

Las estadísticas señalaban que de los adultos mayores jubilados, sólo uno de cada cuatro cuenta con una pensión por jubilación o incapacidad, y de ese mínimo de personas el 80 por ciento recibe mil 485 pesos mensuales, con los cuales tienen que sufragar sus gastos y los de su familia. (INAPAM, Delegación Yucatán, 2008).

Ello provoca que la mayoría de los adultos mayores tenga que trabajar hasta muy avanzada edad o hasta el final de sus días, casi siempre manteniendo a otras personas con su esfuerzo. La delegación local del INAPAM estimó en encuesta efectuada al efecto que el 90 por ciento de los adultos mayores que pueden hacerlo tienen que trabajar.

Estos aspectos motivaron que en el 2012 la Comisión de Derechos Humanos del Estado desarrollara una investigación que tuvo como objetivo general el dar a conocer, así sea parcialmente, la problemática que afrontan las personas adultas mayores en la actualidad.

En particular se analizaron las deficiencias en las normativas existentes a nivel estatal y las condiciones actuales de los adultos mayores que trabajan como empacadores en supermercados.

El Centro de Supervisión Permanente a Organismos Públicos aplicó una encuesta sobre sus condiciones laborales a 100 empacadores adultos mayores, de los cuales 50 fueron hombres y 50 mujeres, de donde se obtuvo que el 72 por ciento de los encuestados tiene más de un año trabajando como empacador en supermercados.

Las edades de los entrevistados se establecieron entre los 60 y los 86 años. Asimismo, el 90 por ciento indicó que tiene algún tipo de seguridad social (IMSS, ISSSTE o Seguro popular), de ellos 39 hombres y 20 mujeres reciben una pensión.

Por otra parte, el 20 por ciento de los adultos indicó que vive solo y el 56 porciento tienen uno o dos dependientes económicos. En promedio, el ingreso que perciben los empacadores por concepto de propinas alcanza los 74 pesos; obviamente esta cantidad varía en función de lo que el cliente decida proporcionar.

Entre los motivos que indicaron por los cuales trabajan se encontró que el 48 por ciento lo hace para contribuir con el gasto familiar y el 28 por ciento porque es el único ingreso con el que cuenta.

De acuerdo con las respuestas aportadas por los adultos mayores encuestados, el 64 por ciento afirmó que sí se les otorgan permisos para ausentarse de sus labores, siempre y cuando exista un justificación de por medio.

Respecto de los conflictos que podrían surgir entre el empacador y algún cliente (relacionado con el mismo empaque de productos), el 68 por ciento manifestó que generalmente el supervisor o el jefe de cajas es quien se ocupa de resolverlo.

Aunado a los datos anteriormente referidos los entrevistados manifestaron algunos puntos sobre los cuales se mostraron inconformes, no obstante que el 68 por ciento de los adultos mayores indicaron que en general el trato que reciben por parte de las respectivas tiendas donde trabajan es bueno, más de la mitad de ellos externaron que consideran que no hay reciprocidad en esta “relación” de trabajo, es decir consideran que en muchas ocasiones se les exige más de lo que en realidad se supone que son sus funciones además de que no se les retribuye.

Todos ellos reconocen la oportunidad que se les brinda para obtener una entrada de dinero, sin embargo consideran excesivas las obligaciones como el recolectar carritos en los estacionamientos de los mismos supermercados, la limpieza de aquellos o en su defecto el pago de entre 10 y 12 pesos diarios por cada empacador para que alguna otra persona -generalmente los franeleros del estacionamiento- se ocupen de meterlos.

Cabe mencionar que en los lugares donde esta práctica es obligatoria gran parte de adultos mayores paga para evitar el acarreo diario de 25 carritos por empacador (según información proporcionada por los propios entrevistados), esto debido a las dificultades físicas y de salud propias de su edad. Esta erogación sumada al gasto diario en transporte público que la mayoría de estas personas realiza para acudir al trabajo reduce el ingreso, que ya por sí mismo es inconsistente, pues depende en su totalidad del cliente atendido.

Los entrevistados aseguran que no hay correspondencia de obligaciones, puesto que ellos para trabajar en los supermercados tienen que cumplir estrictamente con los requisitos, entre los cuales está el de contar con seguridad social, estar registrado en el INAPAM, cumplir con los horarios que establezca la empresa y acudir uniformado; en cambio, la empresa desconoce la relación laboral, por tanto no gozan de sueldo, de ningún derecho ni otro tipo de protección.

Asimismo recalcan que el trabajo “voluntario” que los empacadores realizan, ayuda a las mismas empresas a ahorrarse el pago de personal que hiciera esta función.

Es importante señalar que los entrevistados reconocen aceptar las condiciones que las diversas empresas disponen, debido a que las opciones de trabajo para este sector de la población son sumamente reducidas y en poco menos el 100 por ciento de los casos realizan esta actividad por necesidad.

Es por estas mismas razones y a las constantes amenazas de despido y suspensión laboral -a pesar de ser “voluntario”-, que los adultos mayores optan por no hacer del conocimiento público las irregularidades e inconformidades, además del temor a las represalias que pudieran originarse por parte de las mismas empresas, como es el dejar de participar en los programas gubernamentales de apoyo a los adultos mayores para que trabajen como empacadores, lo que aseguran ya ha ocurrido anteriormente con una cadena comercial, por lo que los encuestados argumentaron falta de apoyo y vigilancia por parte de las autoridades correspondientes.

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