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Zen en el arte de escribir

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Zen en el arte de escribir

Publicado a mitad de la década de los 90, «Zen en el arte de escribir» es quizá uno de los mayores legados que Ray Bradbury dejó a las generaciones venideras de aspirantes a escritoreS. Ese libro de ensayos reúne décadas de sabiduría sobre cómo iniciarse en las letras, es el testimonio vivo de cómo el autor de Fahrenheit 451 organizaba sus historias y creaba a sus personajes.

«El primer deber de un escritor es la efusión: ser una criatura de fiebres y arrebatos. Sin ese vigor, lo mismo daría que cosechase melocotones o cavase zanjas», afirma Bradbury en el primer texto dedicado a la dicha de escribir. El legendario literato aboga por la pasión, la garra, como elemento esencial en el proceso creativo. Apuesta a la emoción antes que a la técnica, o mejor dicho: a una técnica emergida desde las entrañas.

> A lo largo de sus páginas, el lector encuentra lo vital que resulta el conocerse a uno mismo para luego, desde las profundidades del inconsciente, conectarse con el mundo y ver en él todo lo que nos hace humanos y encontrar así la universalidad de los temas que estremecen a nuestra especie. «¿No consiste en eso la vida, en la capacidad de dar un rodeo y meterse en las cabezas de los otros para mirar el condenado milagro y decir: ¡Vaya!, o sea que vosotros lo veis así?», argumenta.

> Se trata, a decir verdad, de una obra -por decir lo menos- rara, que cuesta trabajo encontrarla en librerías. El ejemplar que tengo fue rescatado en un botadero de libros de viejo, llegó hasta mí como si estuviera predestinado. Y pese a que he cometido la osadía de prestarlo un par de veces, siempre ha regresado.

A través de «Zen en el arte de escribir», Bradbury realiza una especie de encantamiento que hace de quien lo lee un escritor en potencia. Porque su fórmula es muy sencilla: no piense, relájese y escriba, escriba, escriba… relájese. «Sabio es el escritor que conoce su inconsciente. Y que no sólo lo conoce sino que los deja hablar del mundo como sólo ese inconsciente lo ha sentido y modelado, como verdad propia», nos revela.

lLa colección de 11 textos reunidos en el libro, corresponden a diferentes épocas en la vida del autor de las Crónicas marcianas. Van desde 1961 hasta 1990, el más reciente. Sobresale el dato que la mayoría fueron escritos hacia la década de los 80, cuando había llegado a su madurez como creador.

Si algo se agradece a este título, es el hecho que no se detiene en explicaciones gramaticales o tecnicismos literarios (para eso mejor leer Redacción sin dolor, de Sandro Cohen), sino que abunda en los elementos que nos ayudan a desarrollar la creatividad y poner en movimiento nuestras narraciones. A final de cuentas resulta más inspirador que didáctico, o bien podría decirse que es didáctico por inspirador.

«En el fondo, todas las buenas historias son de una sola clase: la de la historia escrita por un individuo con una verdad propia», y en esto coincido totalmente con el buen Ray. Vale la pena lanzarse a la cacería por este libro.

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