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Sangrientas costumbres

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Sangrientas costumbres

torneo de lazoPor Alejandro Pulido Cayón

Chica bronca se desató cuando los torneos de lazo volvieron a ser tema en las redes sociales. Luego que se difundieron viralmente imágenes de un caballo muerto a cornadas en uno de esos eventos realizado en Motul y otro en Yobaín, la indignación de un sector social fue en aumento, hasta que obligó al gobierno a fijar una postura con respecto a ello.
La presión para que las autoridades tomen cartas en el asunto, se incrementó potencialmente con los tuitazos dirigidos al gobernador por parte de Eugenio Derbez, Alessandra Rosaldo y Consuelo Duval, entre otras estrellitas televisivas que exigían el cese de esas carnicerías.
La respuesta gubernamental llegó la semana pasada, pero muy enredada: por una lado la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma) exhortó a los ayuntamientos a que cumplan la Ley para la Protección de la Fauna del Estado; al mismo tiempo que desde el Instituto de Desarrollo Regional y Municipal (Inderm) dijeron que por respeto a la autonomía municipal no habían pedido a los alcaldes que se suspendieran esos “torneos”. Ahora sí que se vieron como Chespirito en diálogo filosófico con Cantinflas.
En ese contexto, la realidad social en el interior del estado emerge con ese tipo de sangrientas costumbres -la de los torneos de lazo, no el enredo entre Seduma e Inderm-, ya que subsiste un componente cultural que hace a la gente gozar hasta grados paroxísticos con la crueldad hacia los animales.
Existen cientos de videos en Youtube que dan cuenta sobre la crueldad animal en los torneos de lazo. En todos y cada uno de ellos, el repudio de los usuarios hacia esas imágenes resulta más que evidente. Los comentarios negativos superan de tres a uno a quienes los defienden. Y en eso está el detalle: hay defensores, que utilizan el argumento de la creación de empleos o que se trata de una “tradición”.

En los municipios, las celebraciones patronales -por regla general- van acompañadas de un concierto de estrellas tropicales o banda, además de un ruedo tejido con ramas donde se hacen las corridas de toros, que la mayoría de las veces son remedos de la fiesta brava. Lo que es una tradición en el marco del festejo al santo patrono, ha degenerado en una sangrienta costumbre que incluye al torneo de lazo, en el que la multitud espera ver un destripamiento.
Detrás de esas corridas, también hay un jugoso negocio fundamentado en el alcoholismo. Tanto en los bailes populares, que forman parte de las fiestas patronales, así como en los torneos de lazo, el ingreso principal proviene de la venta de cervezas. Y ya ebrios, los machos muy machos requete hombres, ensillan para lazar al toro con sanguinarias consecuencias para los caballos, y en ocasiones hasta para los jinetes.
Si bien la Ley para la Protección de la Fauna prohíbe este tipo de eventos, lo cierto es que su aplicación requiere de la voluntad política de los alcaldes, quienes tendrían que lidiar con empresarios y el pueblo mismo para suspenderlos. En pocas palabras: difícilmente las impedirán porque, como dice el dicho, nadie se pelea con su dinero. Y esa Ley todavía debe ser perfeccionada.
Lo único que resta por hacer a los ciberactivistas amantes de los animales, es aplicar la política de Youtube en la que se prohíben ese tipo de videos, por contener violencia explícita. Yo ya lo hice.

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