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Lo bueno, lo malo, lo feo y lo peor de las elecciones en Yucatán…

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Lo bueno, lo malo, lo feo y lo peor de las elecciones en Yucatán…

Por Tomás Martín

logos partidosBueno pues ya entregaron las constancias de mayoría a quienes resultaron ganadores en la pasada elección del 7 de junio, por lo que me toca ahora sí que romper el “silencio electoral” que me impuse particularmente en esta elección en la que se supone hubo nuevas reglas del juego, aunque pues los jugadores fueron prácticamente los mismos.
Otro de los motivos por lo que decliné escribir sobre el desarrollo de las campañas, fue precisamente para no abonar ni para bien ni para mal a esa polarización que por momentos se carga de esa dosis de fanatismo e irracionalidad, que han dejado décadas de bipartidismo en la vida electoral del estado.
Y bueno en ese marco, les señalo lo que a mi juicio fue lo bueno, lo feo y lo peor de la recién concluida contienda electoral.

LO BUENO

Pues que a pesar del grosero bombardeo de spots por parte de los partidos políticos, muchos de los cuales carecían de contenido e hicieron una buena parte de las campañas realmente infumables con su llamada “guerra sucia”, más del 70 por ciento de los yucatecos con derecho a voto, votaron, lo cual colocó a Yucatán como el estado con el nivel más alto de participación electoral en el país.
Otro punto destacable es que la conformación del actual Consejo Electoral del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán (Iepac) regresó el aire “ciudadano” que se había perdido en ese organismo electoral, que llegó a estar conformado por consejeros designados a través de una cuota partidista delimitada desde el Congreso del Estado y que llegó a tener su punto más lastimoso cuando fue designada como presidenta de ese organismo María Elena Achach Asaf, cuyo gris desempeño y la poca transparencia que caracterizó su gestión, pudieron haber dado al traste a nuestra vulnerable e incipiente democracia.
Solo hay que recordar que la señora ni siquiera pudo pasar la primera ronda de exámenes para poder desempeñar al cargo de consejera electoral, pero pues aquí nuestros flamantes diputados ya nos la habían acomodado nada más como presidenta, por si andábamos con el pendiente.
Otro factor positivo es que a pesar de que varios partidos violaron esa disposición, la prohibición de repartir a los ciudadanos artículos que no sean gorras o camisetas generó un piso más parejo en la contienda, pues obligó a los partidos que promovían esas prácticas a buscar otras opciones para tratar de ganar, además de que se comprobó que quienes lograron entregar despensas y otros obsequios, no necesariamente recibieron el anhelado voto, pues la gente ya aprendió que puede agarrar el regalo, que al final se compró con su dinero, y votar por quien le dé la regalada gana.

LO MALO

A pesar de la reforma electoral, las campañas cada vez están más enfocadas al descrédito de los contrincantes y a prometer de todo, aunque lo que se prometa no sea viable e incluso sea imposible de cumplir.
Y así vimos a candidatos a diputados ofreciendo cosas que nada tienen que ver con el trabajo legislativo (como construir parques, iglesias, generar empleos, cine gratis), y a candidatos a alcaldes ofreciendo cosas que tampoco son de su competencia y que aún ganando, no existe la certeza de que sus compromisos de campaña podrán pasar de las palabras a los hechos.
De tal modo que las campañas, más que convencer al electorado de votar por un partido o candidato, presentan a los aspirantes como una especie de productos “milagro” que al comprarlo harán que todos “tus sueños se hagan realidad”, aunque al final los únicos sueños que se realicen sean los de los candidatos.

LO FEO

Comprobar que los nuevos partidos políticos, con excepción de Morena que hizo un trabajo más interesante en la postulación de sus candidatos, resultaron ser lo mismo de siempre, grupos de “políticos” buscando incrustarse en la gran teta de las prerrogativas a como dé lugar e incluso los partidos Humanista y Encuentro Social, se pasaron la ley electoral por el arco del triunfo al postularse en coalición aprovechando una laguna legal entre las leyes electorales federales y estatales.
Ambos postularon a quien fue candidato del PRI, Nerio Torres Arcila, con el único objetivo de tratar de ganar su registro, no importaron los miles de spots en los que se presentaban como una opción ciudadana, a los líderes estatales les valió un tradicional dulce de Puebla y bueno, en el pecado llevaron la penitencia.

LO PEOR

La confrontación política que por años ha cultivado el bipartidismo en Yucatán cobró dos víctimas fatales en el día de la jornada en el municipio de Temax, lo que puso a Yucatán en la lista de estados con saldo rojo durante el desarrollo de los comicios.
Independientemente de cómo se dieron los hechos, lo cual hasta hoy no está del todo claro, al final nada justifica el uso de la violencia, en este caso extrema, como herramienta de lucha electoral.
El hecho también dejó ver la debilidad o poca eficacia que tienen algunos alcaldes para poder coordinarse de manera más adecuada con la policía estatal en caso de que las cosas se calienten y que hoy a varios días de los hechos, ya no vemos a ninguno de los partidos cuyos simpatizantes supuestamente se vieron involucrados, hablar del tema y mucho menos pedir justicia, al final ese y otros hechos de violencia fueron usados como un simple botín electoral.

UNA ANÉCDOTA

En esas pláticas cercanas al poder que uno de repente tiene en este trabajo, alguien me contó que un par de días antes de nuestra reunión hubo una junta urgente en el “cuarto de crisis” de la entonces gobernadora Ivonne Ortega Pacheco.
En ese cuarto supuestamente estaba todo el gabinete de la hoy secretaria general del PRI y una de las discusiones más intensas se dio cuando el entonces secretario de Planeación y Presupuesto, Armando Baqueiro Cárdenas, a quien los mismos funcionarios bautizaron como el “Doctor No”, insistía en la necesidad de pagar o por lo menos abonar a la deuda del Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Yucatán, la cual ya se acercaba a los dos mil millones de pesos.
Baqueiro consideraba vital saldar la deuda o por lo menos reducirla para poder hablar de una administración exitosa en el tema financiero, pero al final la propia Ortega Pacheco habría dicho: “¿Y de qué me sirve pagar la deuda del Isstey si no ganamos la elección?”.
Y bueno, pues el resto de la historia ya la conocen, no se pagó la deuda, pero Ivonne ganó la elección, y es que en una democracia tan incipiente como la nuestra, lo único que importa es lo electoral, da igual si tu gobierno cumplió o no con sus promesas de campaña, si generaste obras que transformaron la vida de miles de ciudadanos, si entregaste una administración con finanzas sanas y transparentes. No, hoy y hasta este mismo instante en el que estoy por acabar este artículo, nada de eso sirve si tu partido no gana la elección, solo por si a alguien, le pudiera interesar.

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