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La secta

Por Alejandro Pulido Cayón

Tan lejos de Dios y tan cerca de Carolina Zalce Herrera. Los llamados Italo-apocalípticos de Xul volvieron a ser noticia con la publicación del reportaje completo que hizo Eduardo Lliteras Santiés acerca, precisamente, de la comunidad construida en el sureño municipio de Oxkutzcab.
Bajo el título «La secta», el periodista remonta casi cinco décadas para revelarnos un oscuro personaje, conocido en Italia como la santona mexicana, y que a lo largo de los años se ha valido de la manipulación psicológica para allegarse adeptos a los que somete a trabajos sin paga, al tiempo que les despoja de sus pertenencias.
En una época marcada por la inmediatez en el consumo noticioso, la publicación del cuadernillo con la investigación de Lliteras Santiés nos recuerda que el reportaje es el género mayor del periodismo, que además coquetea con la literatura. «La secta» es un texto que se lee con deleite y asombro, al tiempo que cuenta con bases documentales verosímiles y estremecedoras declaraciones.
Durante el apogeo mediático por el supuesto fin del mundo en el año 2012, saltó a la primera plana la noticia sobre la construcción de un extraño complejo en la comisaría de Xul, perteneciente al municipio de Oxkutzkab. Las edificaciones, de muros reforzados con un grosor de 60 centímetro, la extraña presencia de una pirámide y el hermetismo de quienes ahí habitaban, despertaron numerosas especulaciones.
Gracias a una labor periodística profunda, con base en testimonios de quienes se libraron de Carolina Zalce, reportes del Ministerio del Interior italiano, juicios llevados a cabo en Yucatán por la venta ilícita de terrenos y estudios antropológicos sobre la santona, Eduardo Lliteras logra un retrato de altos contrastes sobre lo que hoy ocurre tras muros en Xul, donde asentó reales lo que entre vecinos se conoce como «la ciudad del fin del mundo».
Especializado en temas religiosos y del Vaticano, el autor descubre los ingredientes que hacen del discurso de Zalce Herrera una persona de gran capacidad de manipulación, quien, de acuerdo a lo reportado, cuenta con vínculos en Italia donde «recluta» a los adeptos que terminan trabajando de manera gratuita en el complejo de Oxkutzcab.
Originalmente, una parte de este reportaje se publicó en la revista nacional Emeequis. Esta vez, Eduardo Lliteras retoma todos sus apuntes y los publica completos en una edición de 52 páginas, con ilustraciones del cartonista Tony Peraza.
Quizá lo único reprochable a este trabajo, sea el descuido en el diseño editorial. La disposición del texto a dos columnas resulta tedioso para el lector, aunque ello se compensa con la agilidad narrativa. También, hay que decirlo, la carta editorial poco aporta para la comprensión total del reportaje, mientras que la cuarta de forros es totalmente ajena al trabajo en su conjunto.
¡Enhorabuena por Eduardo Lliteras Santiés!, hombre comprometido con su labor que nos recordó, como gremio, que el reportaje sigue teniendo un lugar especial en el periodismo y debe ser cultivado, máxime si tiene repercusiones sociales como es el caso de «La secta».

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