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La colonia Alemán, ejemplaridad que se difumina

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La colonia Alemán, ejemplaridad que se difumina

Por Sergio Grosjean

Comúnmente sin percatarnos, nuestra ciudad se convierte en un entretejido urbano que para muchos de los meridanos es difícil reconocer. Día a día a todo lo ancho de nuestra geografía se construyen nuevos fraccionamientos que conjuntados con el inadecuado ordenamiento del suelo y el cambio climático provocan que sea más cálida que hace 100 años, cuando incluso la gente al medio día podía vestir elegantemente con gruesas telas.
Pero cuando nos referimos a los antecedentes de las colonias o fraccionamientos de Mérida y el calor, obligatoriamente tenemos que hacer referencia a la colonia Miguel Alemán, ya que esta marcó el origen en la industria de la construcción en nuestro estado al edificar mil viviendas de similar diseño; aunque este tuvo un antecedente llamado reparto obrero José Dolores Patrón.
Este último, fue el primer caso de construcción de viviendas en serie en Yucatán al manufacturarse 100. La obra se realizó en 1928 a instancias del gobernador Alvaro Torre Díaz quien la promovió para los obreros. Con solo 13 hectáreas, se le dotó de infraestructura y se le incorporaron servicios urbanos con la intención de lograr que sea una zona autosuficiente a nivel básico tal y como una veleta de viento para el abastecimiento de agua de pozo por cada dos viviendas, un mercado y escuela.
En 1947-1948, se construyó la colonia Miguel Alemán en tierras de la hacienda de Petkanché, anexa de la hacienda de Chichí Suárez Molina. Emiliano Canto narra que las pequeñas casas de interés social se destinaron inicialmente para los ferrocarrileros, pero a los trabajadores del riel no les entusiasmó mucho la idea, y más adelante las familias del personal de la cercana planta termoeléctrica Nachi Cocom les agradó el sitio y lo habitaron. En los años setentas se realizó una ampliación llamada Nueva Alemán.
De acuerdo al estudio de María Elena Torres, el diseño urbano de la colonia es pionera en la traza preconcebida, ya que se adapta a las condiciones ambientales, pues tiene una orientación de 45º N-E, lo que permite una adecuada ventilación y evita el soleamiento directo de las fachadas. Otra interesante característica es que la vialidad se diseñó con base a calles y avenidas de uso primario para el acceso del transporte, evitando ubicar las fachadas sobre éstas (exceptuando la avenida principal), para evitar que el ruido y el tráfico representara un riesgo para los colonos, y a la vez, no entorpeciera la convivencia vecinal. Para el equipamiento se diseñó un núcleo de servicios conformado por dos manzanas centrales y vecinas; en una ubicaron la escuela, el mercado, la primera sucursal de la JAPAY, las casetas de teléfono y de cobro, y posteriormente se construyó la iglesia y el primer supermercado de la colonia perteneciente Komesa; en la otra manzana se diseñó un espacio de esparcimiento con áreas verdes arboladas que repercutió en la valoración del parque de esta colonia, como lo es hasta la fecha: un espacio lleno de vida. La infraestructura de la colonia es pionera en la introducción del sistema de drenaje de aguas negras, con laguna de oxidación, las cuales se ubicaron a las afueras de la ciudad, donde se localizaban las oficinas de la SAGAR y el estacionamiento del centro comercial de Plaza Fiesta. Esta colonia es un ejemplo que deberían seguir los constructores contemporáneos, que a casi 70 años de su edificación muy pocos casos similares tan honrosos observamos en Mérida, sobre todo cuando nos referimos a las áreas verdes, ya que casi ninguno incluye calles y avenidas arboladas, y si no me creen, salgan a su puerta y observen.
Finalmente, y por desgracia, los antiguos habitantes de la colonia, quienes poseían una identidad que los unía y caracterizaba, cambiaron de rumbo o desaparecieron, y derivado de ello, la anarquía y desorden comienza a reinar en el rumbo; ya lo vemos con la nueva gasolinera, la que generaciones anteriores pelearon para que no se implante alguna; o el famoso pocito, ubicado frente al crucero “del cohete”, que hace 35 años se ubicaba afuera de la propiedad, y cuando nos percatamos ya se encontraba dentro del polígono. Hoy, luego de observar con tristeza como fue brutalmente destruido, aun cuando los antiguos vecinos se opusieron a aquel infructuoso intento que se hizo por demolerlo hace algunos lustros, hoy ha sido otra víctima de la apatía de las autoridades. Por cierto, de acuerdo a Serapio Montejo Baqueiro, la cantina “el pocito” ubicada en la calle 23 de la colonia alemán, en sus inicios, fue una cantina muy pobre y estuvo situada en una plazoleta de la antigua hacienda «Petcanché», y cuyo nombre se debió originalmente a un surtidor de agua en un lugar próximo, el cuál, todo parece indicar que es al que hemos hecho referencia. Mi correo es sergiogrosjean@yahoo.comn.mx twitter @sergiogrosjean

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