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Desde la tersa noche

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Desde la tersa noche

desdelatersanocheportadaSin dudarlo un momento, Eusebio Ruvalcaba me confesó hace unos años que la novela más entrañable para él, de las que había escrito hasta entonces, era «Desde la tersa noche”; fue un trabajo de esos que uno tiene que sacarse de entre lo más hondo del ser; novela de esas que duele escribirla.
La primera publicación, de la editorial Aldus, data de 1994. Y al cumplirse el 20 aniversario de ello, Nitro Press realizó una edición conmemorativa, en la que además del texto literario incluye una serie de ensayos y comentarios, a manera de material extra que nos permite apreciar la obra con justa perspectiva.
Oscura, desgarradora, de pasajes que llegan a ser atemorizantes, atemperada con un ritmo que lo mismo suena a bólido que a sonata para violín, “Desde la tersa noche” es capaz de dejarte marcado letra a letra. Su redondez es absoluta. Sus personajes, parafílicos por los cuatro costados, se balancean entre el bien y el mal con inmensa naturalidad; de arcángeles a demonios en lo que dura un trago de ron.
Escrita con lenguaje espontáneo -sin recurrir a metáforas innecesarias-, palabra a palabra se revela la vida de Gabriel Bonada, hombre al límite que mece su existencia entre el amor perdido y el amor recuperado. Ambivalente. De corredor de carreras a violinista de la Sinfónica Nacional. Enamorado de una mujer que bien puede ser todas.
Situada en las calles del Centro del Distrito Federal, antes de que fuera «rescatado», la novela retrata con sobriedad y precisión la vida en esos rumbos infestados de vecindades, puteros, puestos de garnachas y, por encima de todo, desolación.
La mujer como eje de la trama, la velocidad del paso del tiempo, los asesinatos registrados a lo largo del relato, el descubrir a Gabriel aferrado a la vida como se agarra un gato a la piel que termina por desgarrarse, son sólo unas características que nos hacen recorrer con pasión esta pieza.
El protagonista destaca porque encarna en sí lo más terrible que el amor puede significar. Un amor bastardo y desacralizado, que se tuesta entre el recuerdo de Bárbara y las inenarrables piernas de Elena, una hija de familia con propensión a rebasar límites; la otra, prostituta sin mayores adornos. “De algún modo uno sabe que una mujer es insobornable y que no la va a pensar dos veces para vaciarte el cargador, o el cilindro, si tiene un revólver y no una escuadra”, apunta el autor.
Una primera lectura, únicamente permite ver a un hombre derrotado que ha decidido erigirse en justiciero de las suripantas. Asesino despiadado que elabora, en un cerrar de ojos, complejos planes para liberar a las prostitutas de sus padrotes. No obstante, hay un amor de los que vale la pena escribirlo, porque es abrasivo, quemante, se lleva tatuado en los nervios y no te deja dar el siguiente paso.
Desterrado por elección propia del llamado éxito, Gabriel se nos presenta como un malviviente más, un alcohólico sin remedio que se embarca, de buenas a primeras, con una mujer que descubre como regalo en la navidad. Aunque la realidad es que, debajo de esa cubierta del antihéroe, encontramos a un hombre de carne y hueso, que responde a una lógica justiciera extraordinaria.
“Desde la tersa noche” es, sin dudarlo, una de las piezas maestras de Eusebio Ruvalcaba, por lo que es de celebrarse esta nueva edición comentada. La recomiendo.

Por Alejandro Pulido Cayón
En Twitter: @alexpulidocayon

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