República de las bananas
Por Eduardo Lliteras Sentíes
Hasta ahora, el tema de los recortes presupuestales, y su impacto en Yucatán, en sus municipios, en Mérida, no han sido afrontados por los candidatos a alcaldes, regidores o diputados, locales y federales. Las exactas dimensiones del golpe que recibirán las finanzas estatales, no ha sido revelado. Este no es un tema menor, debido a que muchas de las promesas que hoy se hacen, se verán en entredicho o de plano no podrán ser cumplidas ante la nueva realidad económica del país, con más de 250 mil millones de pesos menos disponibles entre 2014 y 2015, como anunció el mismo secretario de Hacienda, Luis Videgaray en días pasados.
A fin de cuentas, llámesele como se quiera, “ajuste al gasto” o “reingeniería del presupuesto para 2016”, pero todavía ninguna autoridad explica con detalle en Yucatán, el impacto, rubro por rubro, de dichas medidas económicas que, hay que decirlo, son tomadas en un contexto de emergencia, ante la imprevisión gubernamental.
En efecto. El Gobierno Federal ya festejaba los trabajos bien pagados, el pleno empleo, la llegada masiva de capitales foráneos al privatizado sector petrolero en miles de spots de los que hoy ya casi no se acuerda. Pero la imprevisión ante la caída de los precios del petróleo y el desconocimiento de las pugnas geopolíticas planetarias, del escenario internacional en el que México es un invitado de piedra, nos han colocado en un brete parecido al de José López Portillo: pero administrando no la abundancia, sino la miseria. Por lo pronto, se sabe que habrá menos caminos, menos dinero para educación, para las universidades, que habrá despidos, en particular en el sector público, menos dinero para los municipios, como Mérida, hoy ambicionado por cinco candidatos.
Sobre el recorte presupuestal, el panista Mauricio Vila dijo en el inicio de su campaña que el Ayuntamiento Mérida ya dio a conocer que 120 millones de pesos menos serán entregados al Gobierno municipal por los recortes presupuestales del Gobierno Federal anunciados a inicios de año. Sin embargo, el impacto auténtico, las dimensiones exactas del golpe no se conocerán, todo indica, hasta después de las elecciones. El motivo es muy claro, hablar de un tema así, es muy impopular en periodo electoral. Sin embargo, los candidatos a diputados están obligados a hacerlo. Deberían explicarnos qué se viene para Yucatán. Para los yucatecos. Máxime, cuando una de las principales preocupaciones de las familias yucatecas y mexicanas es la economía. El encarecimiento que padecemos del costo de la vida. La falta de empleo o de trabajos bien remunerados
El problema es que además de la crisis presupuestaria por la caída de los precios del petróleo, tenemos también una deuda pública neta que crece a una velocidad abrumadora, como señalan analistas. Sólo en los dos años de gestión de Peña Nieto, el gobierno federal se ha endeudado 1.29 billones de pesos. Una cantidad exorbitante que en el contexto de caída de los precios del petróleo, recortes presupuestales, devaluación del peso, cancelación de proyectos como el tren transpeninsular, resulta preocupante. Es de esperarse que la actual administración federal no acabe como la de Salinas, con los infaustamente famosos “Errores de diciembre”. Tema desconocido para la mayoría de los jóvenes de hoy, pero para quienes lo vivimos, con la pérdida de patrimonios, cancelación de proyectos de vida y crisis que golpeó al país, es una pesadilla que no queremos repetir. Cabe recordar que el crecimiento económico estimado para 2016, de entre 3.3% y 4.3%, quedará muy por debajo de la previsión que hizo Hacienda en 2013, en el sentido de que con las reformas estructurales aprobadas, la economía mexicana crecería el próximo año en 4.9%. Esa ha sido la constante del actual Gobierno de Peña Nieto. Revisar, una y otra vez, sus previsiones optimistas, rosas, de crecimiento, de generación de empleo, etc. Y estamos a medio sexenio. Ya hay quien señala que en lo que queda del Gobierno Federal, no se cumplirá ninguna de las promesas de campaña. Ni tampoco las hechas tras la aprobación de las reformas.
