Por José Luis Preciado
Casi todas las ollas de café en los campamentos de la UADY, son viejas y arrugadas, signo de que iban a un paro que se antojaba corto, los mismos trabajadores agotaron sus cuentos a la primera semana y a estas alturas ya se miran cansados de esperar, hay en su mirada un orgullo especial que a lo mejor la rectoría no esta leyendo; no quieren ser humillados, piden les ofrezcan algo más que un 3.4% y mucho menos que el 10% que oficialmente están pidiendo, -todos los saben-, es imposible dar ese aumento, no hay con que; hoy el país esta postrado en la miseria económica y en la caída abrupta en los precios del petróleo y muchas otras lindezas de un gobierno poco administrado.
En contraparte, los otros compañeros, los docentes de la APAUADY, ya aceptaron el aumento y el 80% de ellos ya están dando clases, junto con el 80% de los alumnos que se han regado por escuelas prestadas para seguir con el calendario, a ellos también les asiste el derecho a la educación.
Hasta hace menos de un mes la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), volaba sobre un cielo despejado y sin nubes a la vista, el primero de enero asumió la rectoría el Dr. José de Jesús Williams y todo era miel sobre hojuelas, en la presentación de su programa de trabajo expuso los 15 puntos y luego lo abrazaron y le dieron la bienvenida, como bien apunta en su columna «El Derecho a Huelga» – en el Por Esto! José Luis Sánchez González, las nueva autoridades no habían tomado asiento en sus oficinas, cuando les reventaron el movimiento, después sobrevino el desconcierto, la incertidumbre, las asistencias a la junta, las marchas, las amenazas sobre los huelguistas y también para aquellos que decidieron acudir puntuales a su cita con sus alumnos, se partió la opinión sobre la razón y la congruencia, desde afuera comenzaron a llegar voces de intolerancia que azuzan a los paristas a qué aguanten y que publiquen nóminas de sueldos del rector y directores, muchas de estas voces externas que le hablan al oído a los huelguistas, sólo buscan ganar tiempo para que en otras partes del país estallen conflictos similares -este año se revisan los contratos laborales en casi todos lados- y así utilizar la bandera de la UADY como emblema de esta lucha y así mezclar los destinos de esta casa educativa con la de muchas otras entidades que no han hecho ni un mínimo esfuerzo por destacar en materia educativa.
¿Qué culpa tiene del Paso y la Filey?
Sería sano que la Universidad trabaje en todas las pistas posibles, sin descuido de su flanco más importante que es resolver la huelga. Sin embargo don Fernando del Paso, uno de los grandes escritores de la literatura mexicana del siglo XX, a sus 79 años, no puede esperar, recibirá aquí en Mérida el premio a las letras José Emilio Pacheco. Preparar una feria de este tamaño, con estos alcances y ponerla al servicio de la cultura en su cuarta edición es una labor titánica que lleva años de preparación, las agendas de los escritores y editoriales se apartan con mucha antelación, los invitados de lujo; DF. y la UNAM, vienen atraídos por la fama y capacidad lograda por el comité organizador encabezado por Rafael Morcillo y su equipo asesorado por la escritora Sara Poot, todo ello en muy corto tiempo. La Filey es un asunto serio y es la mayor joya cultural que puede presumir la UADY, sabemos que ya existe un presupuesto para ello y en medio de las marchas y la huelga, vale la pena saber que entre discusión y diálogo se asoma la cultura como una herramienta de conciliación.
Mientras tanto seamos solidarios y no le pongamos más candela a este fuego que quema a la UADY, sólo el fuego preciso de la atención y ese otro fuego que calienta el café de los muchachos en huelga, en las ollas viejas de los campamentos de los trabajadores.
