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Los niños rotos

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Los niños rotos

¿Por quién repican las campanas?
“Todo niño viene al mundo con cierto sentido del amor, pero depende de los padres, de los amigos, que este amor salve o condene.”
Graham Greene

No he venido a dar clases de moral. Hoy los niños crecen solos, sin mayores sostenes morales, solos como las enredaderas sin agua, sin nutrientes, sin rumbo, ¿y así queremos que den fruto?.

Decía el poeta yucateco Ricardo López Méndez que no es bueno situarnos en el balcón de la nostalgia, pero es importante revisar el contexto, la historia de las familias; antes los niños eran cobijados, primero por los padres, allí estaban papá y mamá, luego los abuelos, tíos, familia, padrinos, el maestro, el cura, la vecina…había un entorno propicio para que este menor creciera cobijado, amado y protegido, por tanto sus riesgos eran menores en la cuestión del amor, siempre había alguien que te abrazaba. Habrá que replantear el concepto de familia, quizás ya desapareció.

Un día de pronto dejamos solos a los niños, los encerramos en un cuarto y los dotamos de tecnología y papas fritas y que los eduque la televisión y las redes sociales, nunca como ahora hemos visto casos de niños que caminan como sonámbulos tecleando el celular, buscando respuestas a muchísimas preguntas que se hacen y casi nadie les responde, tiempo después ya ni preguntan.

Dos casos recientes nos remiten a ello.
niñoLa crónica de policía ha dado cuenta de cómo fallece un menor en una alberca, no sabemos sí había vigilancia adecuada de adultos, pero algo sí es cierto, el niño había sido encargado al Caimede porque su familia no lo podía mantener.

Antes de este menor de la alberca dimos cuenta de la triste muerte de un niño de dos años, Ángel, que había acudido con su madre al Hospital de la Amistad y allí no pudieron apoyarlo porque presentaba un fuerte golpe en el estómago, la mamá angustiada lo llevaba en camión hasta el hospital O’Horán, no pasó del centro y en plena calle se desplomó. La Fiscalía investiga sobre presuntos malos tratos del padrastro de este menor; la mamá le dijo a la policía que iban al hospital ya que el niño tenía fuertes dolores, pues un día antes se había caído de una silla. De acuerdo con conjeturas de socorristas, el intenso dolor pudo haber sido la causa del paro respiratorio. “No me quiero imaginar cuánto dolor habrá tenido el niño”, dijo uno de los policías.

Y así muchísimos casos de padres peleando por los niños, la mayor parte de las veces lo hacen más por orgullo y venganza que por amor a sus hijos, ocurre con frecuencia que cuando el psicólogo conversa con los niños y les pregunta con quién quieren vivir, ellos responden que solos o con los abuelos, porque no alcanzan a entender cómo es que sus papás viven peleando.

Se puede entender que existan muchos factores que hoy complican la convivencia familiar, como aquello de que papá y mamá trabajan, pero aún en las condiciones más humildes, hemos sido testigos de cómo familias sacan adelante a sus crías, los educan, los encaminan por la vida y sobre todo, los abrazan, así vivan en una casita de bajareque, en las zonas marginadas o comunidades rurales.

Un abrazo, un te quiero, un me importas, son cruciales para moldear y preparar al hombre que mañana será un gran aliado social, lo contrario incuba odios y venganzas y enfila al enemigo público número uno, carne de cañón que usan mentes criminales, personas tuteladas y subsidias por el estado. Sonará muy duro, pero si no hacemos algo, estos niños rotos serán quienes jalen el gatillo contra nosotros.

Los niños rotos buscan padrinos, calidez de hogar, un toque de familia que al mismo tiempo nos puede salvar como sociedad.

Volvamos de nuevo a las prioridades de la vida, lo dice un proverbio chino, “si haces planes para un año siembra arroz, si hay planes para dos lustros planta árboles, si lo haces para toda la vida educa una persona”.

Por José Luis Preciado

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