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Algo huele a podrido

Algo huele a podrido, entre la comunidad estadounidense en Mérida

casas-ivey

Por Eduardo Lliteras Sentíes

“Algo huele a podrido en Dinamarca”, y no me refiero con la conocida cita del Hamlet de Shakespeare a la inmundicia que ocultan los partidos de la extrema derecha y diversas organizaciones cristianas y católicas extremistas en Europa, como demuestra el reciente atentado en Noruega, sino a una pudrición más cercana, en Mérida.

Me refiero a una pudrición de algunos elementos del plural y diverso grupo de expatriados (“expatriates”, en inglés, como ellos se autodenominan) que viven en Mérida y forman lo que de manera abstracta podría llamarse la comunidad estadounidense, residente en la capital del Estado.

En efecto. Algo muy podrido apesta y no ha salido a la luz pública debido a que numerosos extranjeros (no sólo estadounidenses) que han elegido Mérida para vivir, han optado por insertarse en la ciudad a la manera de un ghetto.

El aislamiento, empezando por la lengua, es una práctica común al grado que numerosos extranjeros que habitan en Mérida desde hace años simplemente no han aprendido español, y por lo tanto se ven limitados para entender la sociedad en la que viven, por lo menos, cuando no, son presas de numerosos prejuicios y fraudes o engaños. Para empezar, son víctimas de sus propios connacionales, como denuncian algunos ciudadanos expatriados, los que nos han comentado que esa pudrición inicia con el ambiente de franca confrontación, enemistad e inclusive amenazas, que se ha apoderado de una parte importante de la comunidad estadounidense residente en Mérida.

Hay miedo. Y odio. La ciudad elegida por muchos “expatriados” como un lugar de “paz” para vivir se ha tornado un sitio poco amigable, por las reyertas internas, pero también por la transformación de Mérida, de una tranquila urbe de provincias, en una ciudad de embotellamientos y con un crecimiento sin control.

Al menos esa es la experiencia que narran algunos expatriados, los que señalan, por ejemplo, el infladísimo mercado inmobiliario del centro de la ciudad, el que ha llevado los precios de las casas en esa zona de la ciudad a precios absurdos que tienen al mercado paralizado, en perjuicio de los mismos estadounidenses que quieren vender y marcharse.

La ambición de numerosos vendedores inmobiliarios extranjeros, estadounidenses, ha dañado el mercado. Esos vendedores actúan, además, por encima de las leyes mexicanas, las que simplemente desdeñan y pisotean. No pagan impuestos por sus operaciones y timan sin que haya autoridad que los vigile.

La situación ha llegado al grado de que los nuevos estadounidenses que quieren vivir en Mérida han puesto sus ojos en otras zonas de la ciudad, como la colonia Alemán o la García Ginerés, ante la especulación inmobiliaria en el centro.

Otro problema son las denuncias hacia organizaciones dizque civiles que operan en Mérida con la bandera de la ecología, de la filantropía, pero que en realidad actúan para beneficio de sus representantes.

Las organizaciones denunciadas, por los mismos expatriados, son “Brazos Abiertos”, la “Mérida English Language Library”, “Amigos de Artesanos Nuevos de Yucatán” y “Mérida Verde”.

El tema, continuará.

POST DATA:

Repentinamente, todo mundo quiere envolverse en la bandera de la ecología. Es redituable y viste bien, a políticos, partidos, empresas depredadoras del ambiente, empresarios que así lavan su cara a pesar de los abusos y despojos a ejidatarios. Pero recordemos, que la sotana, no hace al frayle. Ni la camiseta, verde, al ecologista. www.infolliteras.com infolliteras@yahoo.com.mx

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