Para celebrar el 476 aniversario de nuestra bella ciudad, el Ayuntamiento preparó una fiesta de cultura y arte, llevando a cabo el tradicional Mérida Fest, donde meridanos y visitantes se apropiaron del espacio público, en el cual, se presentaron más de 150 eventos y 600 artistas, entre locales e internacionales.

Para comenzar el marco del Mérida Fest, Filux se hizo presente.

Filux nació en la Ciudad de México, un grupo de artistas multidisciplinarios junto a la sociedad civil crean este espacio de exhibición y promoción de obras de arte realizadas con el lenguaje de la luz. Del 4 al 7 de enero pudimos disfrutar del Festival, el recorrido empezaba en Plaza Grande y terminaba en Paseo de Montejo, en el trayecto hubieron 23 puntos con diferentes obras, por ejemplo:

“Flores”, inspiradas en la geometría sagrada, realizadas por Veikko Lappalainen.

“Reflejo Solar”, pieza de video, instalación creada por Annalisa Quagliata, que busca reflejar los mitos de los orígenes cósmicos mexicas.

“El árbol”, de Josué Abraham Palma, detecta el momento en que las personas que lo rodean se toman de las manos, se abrazan o se besan, cuando esto sucede, cobra vida, produce luces y sonidos.

“Los paraguas multicolores”, de la canadiense Diane Landry, son un híbrido de luz y sonido, permeados con elementos de escultura, destreza musical y electrónica.

Bien dicen que es muy distinto vivir una experiencia solo, a vivirla en compañía, en esta edición del Filux me di la tarea de disfrutarla de las dos maneras. El primer día lo recorrí con amigos, comenzamos en Paseo de Montejo, la combinación entre la decoración por las fiestas decembrinas y el láser que atravesaba la ciudad nos deslumbró y dejó perplejos. Al caminar por las calles del centro y observar el entorno, veíamos fotografías, sonrisas y luces por doquier, causando una energía positiva entre todos los que estaban presentes. Los video mapping (proyección de animaciones en superficies reales) que estaban en las diferentes edificaciones del centro eran increíbles, colores brillantes… realismo. Entre buena charla, una cerveza y excelente vibra se nos acabó la noche, pero no el festival, así que volví al día siguiente.

Al segundo día, decidí tomar mi cámara, mis audífonos y emprender la aventura. Cuando uno va en su día a día es muy difícil percatarse de muchos aspectos de la ciudad, pero en esta ocasión con la combinación de luces y arquitectura, detectaba rincones que habitualmente uno no se detiene a ver. Cada obra tenía una razón de ser, cada artista expresaba sus sentimientos a través de la luz. Realizaban performance en las calles, entre ellos Benjamín Lazo de la Vega, quien presentó el acto llamado “Encantamiento de las serpientes”, entre luz, movimiento y sonido crean una atmósfera base, Eugenio Sánchez es el músico encargado de crear esa atmósfera y, mediante sonidos de guitarra acústica encantar e hipnotizar a la serpiente simulada gracias a la manipulación de unas esferas transparentes, mejor conocido como malabar de contacto, donde se utiliza la ilusión, la pantomima y el equilibrio.

El viaje sensorial que experimenté fue asombroso, formé mi propia película, con una perspectiva distinta de mi ciudad. La experiencia lumínica fue única, mis expectativas se cumplieron; tanto meridanos como visitantes disfrutaron de esta propuesta cultural que Filux nos ofreció.

Por Julio Leal Ortiz