Por Rafael Aguiar
3 de Febrero 2018
En el vértice
del cielo curvo
en donde se doblegan
las sombras pálidas
tímidas
La noche aguarda
a que duerma
mi breve muerte
a su suerte
La noche se derrama
como una mar
negra e infinita
engullendo vida
en sueño
La noche
urge soledades
sosegadas
mientras el anodino insomnio
lo niega
lo condena
a rotar en el vacío confuso
de un verbo hueco
e infecundo
como ovillo de líos
enredados
sin ton ni
son
La noche
cosecha todas las dudas
hasta la proscripción
de las certezas
en reino del
viento
La noche
tiempo para la resurrección
solo en pausa breve
para el juicio final
pendular
entre
Lunas
y
Soles
La noche
no dormita
solo acecha
a la renuncia
del fardo del
ser alguien
con memoria
viva