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¿La ignorancia se puede perdonar? Confrontarnos al machismo para erradicarlo es una tarea de todos los días

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¿La ignorancia se puede perdonar? Confrontarnos al machismo para erradicarlo es una tarea de todos los días

Por José Luis Preciado

A los hombres nos ha costado mucho trabajo entender el tema de la lucha de las mujeres, quienes han recorrido un largo camino de silencio para llegar hasta el panorama de hoy.

Lastimosamente, aún hay muchos varones que tienen la idea de que las protestas y discursos son violentos, radicales y hasta innecesarios; o en su defecto, mujeres que afirman no sentirse representadas por esa furia colectiva.

Por ejemplo, a la cabina de radio nos envió un mensaje una abogada comentando que no estaba de acuerdo con las manifestaciones, que entendía muy bien lo que significaba el 8 de marzo, pero consideraba que no era necesario hacer tanta bulla para darse a escuchar… y si así sucede con una mujer profesionista, no es difícil imaginar lo que pasa por la cabeza de un hombre.

Yo también pensaba así hace tiempo, no obstante, hoy me encuentro en una lucha por ir cambiando esas ideas. El proceso ha sido lento, pues crecí entre los roles impuestos por el machismo, donde los niños iban a la escuela y al campo, mientras las niñas se quedaban en casa ayudando con las tareas del hogar.

No es excusa, más bien es una disculpa pública de algo que era más que lógico, pero fuimos educados con prejuicios disfrazados de valores, muchos basados en la ignorancia, clichés sobre la familia, la sexualidad, y sin olvidar los sermones familiares de siempre.

Necesitamos tener mucha empatía, equidad, que todos nos dirijamos hacia las mismas causas, como exigir a las autoridades a tomar en serio las investigaciones relacionadas con la violencia hacia la mujer: desde los piropos, la cosificación, el maltrato verbal y la violencia económica, hasta el maltrato físico y un largo etcétera que acaban en desapariciones o feminicidios que terminan siendo inscritos como suicidios por parte de las autoridades.

Cuando uno lee estos casos de violencia, investiga o, peor aún, cuando alcanza a nuestros círculos cercanos, es entonces cuando se comprenden el panorama completo de las manifestaciones.

Esa cantaleta de ‘calladitas se ve más bonitas’ remite a una mentalidad rancia que sigue muy presente en nuestra sociedad, por ello ha sido difícil y hasta vergonzoso entender tarde el mensaje: la mujer ha decidido no tener miedo, no va a quedarse callada, requiere gritarlo en todas sus formas.

Con atención, leí la entrevista que la periodista María Briceño le hizo a la empresaria yucateca María Eugenia Medina para La Jornada Maya, quien no dudó en definirse: Soy feminista rabiosa; las apoyo como apoyo a las causas de las minorías, estoy a favor de hacerse notar, yo he salido a marchar, nunca he destruido nada; pero a mí no me violaron de chica, a mí no me mataron a una hija, a mí no me descuartizaron a una hermana. Tal vez si yo hubiera pasado por eso, hubiese sido la primera que le ponga gasolina a esos monumentos.

No somos de Marte ni ellas de Venus, hombres y mujeres, en México, consumimos la misma televisión, fuimos a la misma escuela y recibimos la misma educación sociocultural.

El machismo y la misoginia siguen muy presentes. Desde mi trinchera, el micrófono y la pluma, milito  en su deconstrucción, y hacerme cargo de ello es una labor constante de todos los días.

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