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Entrega insensata, Xavier Velasco

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Entrega insensata, Xavier Velasco

Cartas a la deriva

Estamos dejando de lado la antigua tradición de enviar cartas, más aún redactarlas o escribirlas a mano, con la esencia que implica y reside en su contenido como la parte más importante del documento, elemento que nunca podrá ser sustituido por una computadora. Las cartas siempre resultarán una confesión, estados de ánimo, declaraciones, una narración, la ansiedad de no mirar a los ojos el efecto de lo escrito, cúmulo de palabras cayendo una tras otra como gotas de agua helada o cálidas como el abrazo esperado.

Xavier Velasco siempre ha tenido el gusto por escribir cartas como desahogo del amor, la aventura, el rencor o la amargura, tuvo la delicadeza y el tiempo para escribir decenas de ellas, misivas que considera como consumar un acto de intimidad y que no siempre pueden quedar en bueno1s términos con los destinatarios, pero a cambio el escritor queda en paz consigo mismo.

“Las escribo, en parte por el reto de experimentar dentro de una columna periodística y en parte por el réprobo deleite de cultivar un género en creciente desuso, aliado natural de díscolos románticos, ingenuos y morbosos.” Xavier Velasco

A través de veinticinco cartas abiertas como venas a los lectores, el escritor desahogó temas que siempre le han obsesionado como la educación sentimental de los instintos más bajos, la hipocresía, la escritura como razón de vida o como trampa, el amor incondicional de la familia bípeda o cuadrúpeda. Escribe cartas a personajes tanto adorables como icónicos, insignificantes e incluso íntimos, desde José José, Javier López “Chabelo”, Irma Serrano, Manú Chao, Su abuela Celia y su mamá Alicia o don Vittorio, su perro, al Congreso de la Unión e incluso a la marihuana sin dejar atrás a los amigos del Facebook.

Son cartas que no encuentran respuesta, no han conocido sobre, ni timbre, ni buzón, pero el autor las retrata exactas, sin obstáculo alguno; renglones que desafían, embrutecen, inspiran y encandilan a quien las lee.

Del dicho al hecho, a veces media sólo una carta.

Por: Ma. Isabel Juárez

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