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Indignación vital

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Indignación vital

afiliate al priPor Alejandro Pulido Cayón

El linchamiento en redes sociales que se ha hecho de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, dirigente con licencia del PRI en el Distrito Federal, es nada comparado al daño infringido a las jovencitas que cayeron en la red de prostitución que se ha demostrado capitaneaba en complicidad con otras mujeres, específicamente Claudia Priscila Martínez González.
La forma en la que utilizaban poder, influencias y recursos públicos para sostener un harén particular, revela el alto grado de podredumbre y descomposición del sistema político que fue permisivo con ese liderazgo.
En lo personal, me indignan quienes pretendan minimizar el tema apelando a que aún falta “el debido proceso” y que esto es asunto mediático; esa postura leguleya hace de tales defensores una parte mayúscula de este problema. Ahora sí, como dicen los de Calle 13: “Mis letras groseras son más educadas que tu silencio”.
Pero todavía resulta más indignante el cinismo de Gutiérrez de la Torre, quien alegó en el noticiero de Ciro Gómez Leyva que lo estaban extorsionando y todo era un montaje para perjudicarlo. Háganme el favrón cabor. La realidad es que la investigación periodística del equipo de Carmen Aristegui, hasta el momento, ha sido impecable: es información en estado puro.
Otro de los múltiples aspectos que están al descubierto, es el alto grado de necesidad de empleo, la desesperación, la urgencia, la indefensión de las mujeres que fueron reclutadas –sin mayores ambages- como prostitutas. ¿Hasta qué punto, ya enganchadas por Priscila, las “edecanes” podían rechazar la oferta? ¿Qué será de ellas?
Esa vertiente merece una reflexión acerca del avance que se tiene en el combate a la trata de personas, máxime cuando ésta se realiza a vista y paciencia de quienes están obligados a erradicarla. La manera de contratar a las jóvenes responde a un esquema bien estudiado por el crimen organizado. En este punto, resultarán relevantes las investigaciones de la SEIDO.
Si bien existen sexoservidoras en el Distrito Federal que se asumen como tales, e incluso defienden sus derechos, la cuestión ocurrida en el PRI capitalino dista mucho de eso. Se trata de un abuso de poder, de silvestre corrupción por donde se le quiera ver.
A todo lo anterior, habría que sumarle el alto contenido de machismo que impera en la sociedad, sin distinción de géneros. Con harto desagrado he escuchado personas que se atreven a decir que las jóvenes aceptaban porque les gustaba, porque querían, porque era su decisión propia, porque era dinero fácil para ellas. ¡Carambas! Sólo falta que digan que por ser mujeres nada más eso les quedaba.
Esta vez fue descubierta una red de prostitución en el PRI, que bien pudo haber sido cualquier otro partido político o empresa privada. Es una realidad que este tipo de prácticas son más comunes de lo que estamos dispuestos a aceptar, y con sus matices impregnan casi todos los ámbitos del poder. Lamentable, pero así es. Queda la indignación como algo vital.

En Twitter: @alexpulidocayon

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