Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Oxtapacab, oasis del coco: Un tributo a Rafael Aristi Arcila

Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Oxtapacab, oasis del coco: Un tributo a Rafael Aristi Arcila

Don Rafael Aristi falleció este jueves 25 de junio, a causa de un paro respiratorio. Descanse en paz.

En muchos pueblos del mundo al cocotero le llaman árbol de la vida

“Si la pasión aconseja es, a veces, más y mejor que la reflexión, porque da más fuerza.”
(Vauvenargues)

Por José Luis Preciado.

Hemos llegado al mundo del coco, son 64 hectáreas de verde y vida, toda una contribución a la economía y la ecología de Yucatán, así, atrás queda el desierto de mayo en que se han convertido todos estos campos otrora rentables henequenales pero hoy abandonados, ante la falta de agua y de interés por cultivarlos. Aquí en esta huerta madre del coco enano, se nota la mano de un hombre cargado de pasión y de sueños, su vida ha sido salvada varias veces de esa soledad que suele acompañar al hombre emprendedor, aquel a quien tildan de loco cuando sueña con las cosas más grandes y se levanta temprano por la mañana e intenta a realizarlas… se trata de Rafael Aristi Arcila, cuya pasión es su desvivir. Irradia coco por los cuatro costados, se ha convertido en todo un experto abrevando conocimientos de científicos del mundo y también de la gente de Oxtapacab, de la misma manera en que “poco a poco le entra agua al coco”.rafael-aristi2

En Oxtapacab está toda su fortuna, peso a peso, algunas veces ha tenido que empeñar hasta la camisa, viajando en colectivo con los campesinos de la zona y apostándole al futuro; sin embargo, el tiempo le dio la razón ante quienes profetizaban su fracaso, y así después de unos años, he aquí el milagro, la naturaleza le dio el mejor regalo: la huerta más hermosa y productiva de coco enano con tecnología “oxtapacabita”. El coco que Rafael Aristi cultiva es de una pureza genética a toda prueba, resistente al amarillamiento letal del cocotero.

Expertos de diversas partes del mundo como Brasil, Inglaterra y Estados Unidos han acudido a constatar la calidad de esta plantación, una y otra vez Rafael ha pasado la prueba y con ánimo totalmente renovado levanta los hombros y desde la humildad de Oxtapacab, Yucatán, planta cara afirmando que “hoy ya existe una sólida resistencia al amarillamiento del coco”.

Sin embargo, no todo es coco sobre helado –o miel sobre hojuelas- porque la sentencia que reza “tendrás que demostrar ante otros, lo que los locales no quieren ver” es cierta. Veracruz es uno de sus mejores clientes, su empresa ColatinCo manda a los jarochos más de 80 mil plántulas al año. Desde luego, espera que en Yucatán puedan pronto darse cuenta de la calidad y capacidad para distribuir toda la planta requerida en nuestra propia región,  y es que el mercado del coco en el mundo es tan grande que hay espacio para todos y mucho más por surtir.

Esa demanda creciente lo carga de energías y de pasión, mismas que constituyen el motor que ahora lo llevó a instalar un procesadora de coco, en la cual se elaboran galletas, aceites comestibles y untables, mermeladas, horchata, leche de coco, kalúa y coco rayado para repostería, así como ha emprendido el cultivo de otras frutas tropicales que muy pronto inundarán de sabor los anaqueles de los supermercados. En otros lugares se hacen muebles con palma de coco, cucharas, techos de casas y muchas otras cosas. Hoy su negocio comercializa semillas, plantas, cocos frescos para consumo, y hasta la plantación completa, ofreciendo desde la perforación pozetas, riego y la asesoría completa.oxtapacab

“El coco es una respuesta para el campo de Yucatán”, dice el soñador Aristi mientras cristaliza un nuevo proyecto en Conkal: “únicamente se necesitan 20 hectáreas para demostrar que en la ex zona henequenera podemos hacer que resurja el milagro de un nuevo oro verde, sólo que ahora en racimos y colgado de palmeras enanas”, mismas que en menos de dos años ya están produciendo sus primeros frutos cuya agua y comida alcanzará para más de 60 años. Como ya se dijo, al coco sólo le hace falta agua, limpieza y mucho sol para regalarnos “palmeras borrachas de sol”, como versa la canción de Agustín Lara. La luz solar más el agua en poca cantidad que reciben los cocoteros a través de ductos -sólo un chorrito por mata- se logra el milagro que se puede constatar en Oxtapacab.

Quedan unas 300 mil hectáreas en Yucatán para hacer la transformación agrícola que al estado le urge vía cocoteros. Hay agua, sol y también sabemos de buena fuente, que hay muchos soñadores como Rafael Aristi.

Facebook
Twitter
LinkedIn